sábado, 4 de julio de 2009

UN VIAJE FASCINANTE

Tren nocturno a Lisboa, Pascal Mercier, El Aleph, 2008, 525 páginas

Tren nocturno a Lisboa es una magnífica novela, de esas que quedan en el rincón de la memoria reservado a las obras más selectas. El libro tuvo hace unos años un considerable éxito en Alemania y se tradujo a varios idiomas. Aunque existía una edición argentina, la novela no se editó en España hasta el pasado año y, más por el boca oreja que por la promoción editorial, está llegando a un creciente número de lectores en nuestro país.

El autor de Tren nocturno a Lisboa es Pascal Mercier, en realidad un pseudónimo literario, ya utilizado en otras obras, del escritor suizo Peter Bieri (Berna, 1944), profesor de Filosofía del lenguaje en la Universidad de Berlín.

La novela está narrada en primera persona por Raimund Gregorius, un rutinario profesor de lenguas clásicas en un instituto de Berna. Un día conoce fugazmente a una mujer portuguesa y encuentra un viejo libro de un escritor, también luso, llamado Amadeu Prado. El libro contiene una serie de reflexiones filosóficas y existenciales que Gregorius irá intercalando en su relato. De manera repentina, el profesor suizo, al que algunos malévolamente llaman “El Papiro”, abandona Berna y toma un tren nocturno en dirección a Lisboa. En la capital portuguesa, Gregorius seguirá la pista de Amadeu Prado, cuya vida irá recomponiendo como si fuera un puzzle a partir de las personas que lo conocieron. Prado fue un médico, escritor y poeta que participó en la resistencia a la dictadura de Salazar. Fue un hombre vitalista y brillante, pero también atormentado y víctima de sus contradicciones, que dejó una huella imborrable entre quienes lo trataron. De manera retrospectiva, la vida de Prado, fallecido al final de la dictadura salazarista, se convierte en el tema principal de la novela. Buscando su identidad como si de un detective literario se tratara, Gregorius irá conociendo a una serie de personajes que componen un atractivo mosaico humano en la capital portuguesa.

El viaje a Lisboa, además de físico y geográfico, es también un viaje interior y existencial para Gregorius, que provoca una transformación en su personalidad, reflejada metafóricamente por el cambio en la montura de sus gafas. Salvando las diferencias, uno no puede evitar establecer una vinculación literaria entre Gregorius y el protagonista homónimo de La metamorfosis de Kafka.

Además de Lisboa, ciudad siempre literaria y protagonista espacial de la novela, el autor hace breves paradas en Coimbra y Salamanca, dos lugares con el fuerte sabor cultural que impregna todo el relato. Simbólicos y premonitorios son los dos viajes, de Prado y de Gregorius, al cabo Finisterre. La ciudad persa de Isfahán queda para el mundo de la imaginación en que el viejo profesor gusta refugiarse con frecuencia.

Una novela fascinante, para saborear despacio y deleitarse en ella.

Carlos Bravo Suárez

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