viernes, 4 de febrero de 2011

LA SÉPTIMA OLA

Cada siete olas. Daniel Glattauer. Alfaguara. 2010. 272 páginas.

Hace unos meses escribí en esta misma sección, con el título de Amor virtual, una reseña de Contra el viento del norte, el libro del escritor austriaco Daniel Glattauer que supuso un verdadero fenómeno editorial en buena parte de los países europeos. Ya entonces se anunciaba la próxima aparición de una segunda parte la novela que se iba a titular Cada siete olas. A finales del pasado año, y en las vísperas navideñas, llegó esa esperada continuación que, si atendemos a su final, parece cerrar definitivamente el relato.

En Cada siete olas continúa el intercambio de mensajes enviados por ordenador entre Leo Leike y Emmi Rothner que llenaba las páginas de Contra el viento del norte. Seguimos por tanto dentro de un género de novela epistolar de nuevo cuño: una sucesión de correos electrónicos sin ningún tipo de narrador externo y con la única indicación del tiempo que transcurre entre un mensaje y el siguiente. También aquí, este cruce de e-mails entre ambos personajes es en ocasiones frenético y casi compulsivo, y adquiere el ritmo de un rápido diálogo que podría equivaler a una conversación telefónica. Otras veces, los correos contienen textos más largos en los que Leo y Emni reflexionan con más profundidad sobre su estado de ánimo o la situación que atraviesa la relación entre ambos.

Si en Contra el viento del norte asistíamos a la continua dilación del encuentro físico entre los personajes, éste se produce por fin y en varias ocasiones en Cada siete olas. Ambas son novelas que relatan con detalle una intensa relación amorosa, pero en la segunda ya no se trata de un amor exclusivamente virtual y vivido a distancia. El lector sabe del desarrollo y las consecuencias de estos encuentros presenciales por los correos que los personajes se cruzan inmediatamente después de sus citas.

Aunque suele decirse que nunca segundas partes fueron buenas, Contra el viento del norte es para mí algo mejor que el libro precedente. Hay una mayor presencia de los personajes externos que marcan las circunstancias personales de los protagonistas y condicionan su mutua relación: el marido y los hijos de éste en el caso de Emni y la novia bostoniana en el de Leo. Además, se refleja con mayor detalle el proceso de enamoramiento entre ambos, con sus altibajos, desánimos, celos y arrebatos pasionales. Incluso el ingenio, el sentido del humor y el lenguaje de la seducción se despliegan aquí si cabe con una mayor brillantez y acierto que en la novela anterior.

En algunas ocasiones, tras seis olas monótonas y rutinarias llega una séptima ola que se eleva sobre las anteriores y con su poderosa fuerza todo lo modifica y transforma. El lector comprobará los efectos que este oleaje produce en la pareja protagonista del libro.

Carlos Bravo Suárez

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