sábado, 30 de abril de 2011

LITERATURA PROPIA

Familias como la mía. Francisco Ferrer Lerín. Tusquets Editores. 2011. 332 páginas

Sobre Francisco Ferrer Lerín he escrito ya en varias ocasiones en este diario. La última, en la reseña de Fámulo, libro que ganó el pasado año el premio de la Crítica de poesía; la primera, hace ya más tiempo, a principios de 2008, con motivo de la publicación en Mira Editores de su novela Níquel, cuando el barcelonés afincado en Jaca era todavía muy poco conocido como escritor en nuestra provincia y no eran muchos quienes aquí sabían de su etapa literaria anterior. En los últimos tiempos, y para fortuna de sus seguidores, Ferrer Lerín ha intensificado su actividad creadora y ha alcanzado un cierto protagonismo en el panorama literario de nuestro país.

Familias como la mía no puede, sin embargo, considerarse del todo como un libro nuevo del autor. En realidad consta de la ya citada novela Níquel, con algunas pequeñas variaciones y añadidos que mejoran levemente el texto original, y de Nora Peb, novela o conjunto de textos hasta ahora inéditos que en algunos momentos se refieren a personajes, situaciones o aspectos de Níquel. Para mi gusto, esta segunda parte rompe tal vez demasiado con el contenido de la primera y resta sentido de unidad al libro. Níquel me pareció una magnífica novela en mi anterior lectura y aún me lo ha parecido más en esta segunda. Sin embargo, y para ser sincero, Nora Peb, segunda parte de Familias como la mía, aun con momentos espléndidos en algunas de sus hiperbólicas fantasías, se me ha hecho algo más pesada en su conjunto.

Quien haya leído algo suyo ya sabe que Ferrer Lerín es un escritor diferente, atípico y nada convencional. En Familias como la mía se cuenta la historia de Pablo Amatller Moragas, alter ego, no sabemos hasta qué punto, del propio escritor y ornitólogo. Sobre el fondo de la Barcelona y la España de los años sesenta y primeros setenta, conocemos una historia de partidas de póquer clandestinas, salidas campestres para la observación y protección de las aves rapaces necrófagas, inquietantes peripecias de espías que incluyen una extraña aventura tras el asesinato de Carrero Blanco, algunos excitantes lances erótico-sexuales o la relación de algunas de las lecturas que conforman la formación literaria y bibliófila del protagonista del libro. No faltan algunas críticas al creciente nacionalismo catalán de una ciudad, Barcelona, que ya en los primeros años setenta empezaba a mostrarse menos preocupada “por conseguir una imagen de europeidad que una imagen claramente diferenciada de la odiada Madrid” y seguía “avanzando en su incorporación al parnaso de la conversión lingüística”.

En resumen, otra incursión en el singular universo literario de Francisco Ferrer Lerín, un escritor heterodoxo y diferente, con una literatura propia, personal y absolutamente intransferible.

Carlos Bravo Suárez

martes, 26 de abril de 2011

CUENTOS NIHILISTAS

Tanta pasión para nada. Julio Llamazares. Alfaguara. 2011. 157 páginas.

Aunque Julio Llamazares es conocido sobre todo como novelista, su obra literaria contiene también poesía, ensayos, libros de viajes y algunos cuentos. El último libro publicado por el escritor leonés corresponde a este último género y reúne, con el poco optimista título de Tanta pasión para nada, doce relatos breves y una fábula brevísima de apenas siete líneas.

Se trata de unos cuentos escritos a lo largo de los años, que en unos pocos casos ya habían sido publicados en la prensa o en alguna antología colectiva y en otros habían permanecido inéditos hasta la fecha. El denominador común de todos ellos, perfectamente definido en el acertado título del libro, es un cierto nihilismo existencial que, por otro lado, impregna el conjunto de la obra del autor de La lluvia amarilla.

En estos trece relatos está casi todo el universo literario de Llamazares: el mundo rural, los pueblos abandonados, la guerra civil, el maquis, la soledad, la búsqueda de la evasión. Los personajes de estos cuentos son casi siempre unos tristes perdedores, individuos cuyos afanes han sido a la postre un estéril esfuerzo en vano. Personajes con unas pasiones inútiles, con ilusiones y esperanzas que con el paso del tiempo se han quedado irremisiblemente en nada. Derrotados por la vida porque la vida tal vez sea ya en sí misma una derrota inevitable, un absurdo viaje sin sentido.

El primer relato del libro es un cuento de fútbol. Su protagonista es Djukic, un jugador que ha quedado en el recuerdo por fallar un penalti decisivo en el último minuto de un partido decisivo. El público del estadio asiste a una tragedia moderna, una metáfora de la tragedia humana, del individuo solo y desvalido ante un terrible destino implacable y cruel. Ese será el tono de todo el libro. Encontraremos a un hombre que llega tarde al reencuentro con el amor de su vida. A un escritor que ha perdido la inspiración y hace de esa pérdida el tema del que tal vez sea su último relato. A personajes que encuentran su perdición cuando creen estar salvándose, que siguen señales engañosas que los llevan a la boca del lobo del que creían haber escapado. Crueles ironías paradójicas de un destino que suele jugar malas pasadas.

Llamazares rinde un homenaje a su paisano el escritor Antonio Pereira en la introducción del libro y, en el último cuento, A Primout no vuelve nadie, aparece un poeta ovetense llamado don Ángel que no puede ser otro que Ángel González. Pereira y González han muerto recientemente y Llamazares ha querido mostrarles también a posteriori su admiración y su tributo. La brevísima fábula que cierra el libro es en realidad un poema abierto al futuro, que se puede prolongar infinitamente en el tiempo.

Tal vez toda pasión acabe resultando siempre inútil, pero el lector agradece la que ha puesto el autor al escribir estos cuentos.

Carlos Bravo Suárez

miércoles, 20 de abril de 2011

LOS ONCE

Los once. Pierre Michon. Anagrama. 2010. 144 páginas.

Pierre Michon (1945) es uno de los escritores más interesantes y atípicos de la literatura francesa actual. El pasado año se publicaron dos obras suyas en nuestro país: Abades y Los once. La primera había sido publicada en Francia en 2002; la segunda es su último libro, con el que ganó el pasado año el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa.

Los once es un relato extraño y engañoso. Su título es el de un gran cuadro que se encuentra en el Louvre y representa a los once miembros del Comité de Salvación Pública que figuraban al frente del gobierno revolucionario en el año II (1794) de la Revolución Francesa, cuando se instauró en Francia el periodo conocido como el Terror. El autor de ese retrato colectivo es Fançois-Élie Corentin, un pintor de origen humilde, criado, en ausencia del padre, por dos mujeres que lo llenaron de mimos infantiles. Al famoso cuadro de Robespierre, Saint-Just y demás amigos revolucionarios dedicó doce páginas de su Historia de la Revolución Francesa el famoso historiador Jules Michelet.

Sin embargo, todo lo escrito en el párrafo anterior es falso. Ni existe un cuadro titulado “Los once” ni existe un pintor llamado Corentin, ni el historiador Jules Michelet pudo por tanto escribir nada sobre ellos. Todo es un invento, a la manera borgiana, de Pierre Michon. Pero que lo anterior sea falso no significa que nada sea verdad en la novela. Son reales los once personajes que sembraron de terror el país galo tras la revolución de 1789. Once personajes que creyendo encarnar al pueblo no significaron, sin embargo, más que la “vuelta del tirano global que se hace pasar por el pueblo”. No se trata de once apóstoles, sino de once papas.

Hay mucha erudición y muchos conocimientos de historia y de arte en las páginas de este pequeño libro. No se destaca únicamente el terror de los once tiranos del cuadro, también la enorme diferencia de clases en la Francia prerrevolucionaria, la explotación laboral a la que eran sometidos los limusines que construyeron, hundidos en el barro y en la miseria, los canales fluviales del río Loira.

Pierre Michon escribe en una prosa rica y cuidada, de frases muy largas y registro culto, con alusiones directas a un interlocutor que puede ser el propio lector o un destinatario que en ningún momento se explicita.

Un libro que contiene todo un mundo, que recuerda al mejor Borges y que mezcla en un todo indisoluble la realidad y la ficción literaria. Porque Los once es un cuadro que nunca fue pintado, pero el libro puede leerse como si lo hubiera sido y nos halláramos ante el más importante de los lienzos que cuelgan de las paredes parisinas del Louvre.

Carlos Bravo Suárez

martes, 12 de abril de 2011

UNA NOVELA CUENTO


Tan cerca del aire. Gustavo Martín Garzo. Plaza y Janés. 2010. 300 páginas.

Gustavo Martín Garzo (1948) es uno de los valores más sólidos de la literatura española actual. En su último libro, Tan cerca del aire, el escritor vallisoletano pone otra vez de manifiesto sus grandes dotes de fabulador con una novela que, en la línea de otras anteriores como La princesa manca o El valle de las gigantas, retorna a una literatura enraizada en el cuento popular y repleta de imaginación y belleza, de lirismo y sensibilidad.

Con su habitual finura y delicadeza, Martín Garzo inventa una hermosa historia envuelta en la atmósfera mágica de los cuentos infantiles, donde se mezclan la realidad y la fantasía y se derriban las fronteras entre lo material y lo onírico para penetrar en los insondables misterios escondidos detrás de las apariencias y la superficie de las cosas. Un mundo fantástico y oculto en el que sólo los niños y los enamorados, las almas sensibles y los escritores con verdadera intuición poética son capaces de penetrar y, en este último caso, de descifrar y convertir en creación literaria.

Tan cerca del aire cuenta la historia de Jonás, un niño rural que ha heredado de su padre el oficio de cartero. Así conoce a Doña Paula, una mujer que vive sola a las afueras del pueblo y que tiempo atrás estuvo enamorada del padre del muchacho que acaba de morir. Jonás descubre sorprendido la historia de su familia y en especial de su madre, muerta poco después de que él naciera. Gabriela, como la bautizó Doña Paula, fue una mujer misteriosa y delicada que mantenía una especial y extraña relación con las garzas que su hijo parece haber heredado. La novela transita luego por extraños y mágicos vínculos entre Jonás y las garzas que revolotean a su alrededor, maravillosos descubrimientos, sorprendentes metamorfosis y amores imposibles que sólo brevemente se pueden llegar a consumar.

Lo mejor del libro son las magníficas descripciones de la naturaleza y la casi delirante inventiva del autor, adornada con algunas frases y reflexiones de gran hondura y belleza. Lo peor es tal vez el excesivo endulzamiento de la historia, sobre todo en sus momentos finales, que puede llegar a convertirla en almibarada y algo empalagosa a ojos de algunos lectores.

De todas maneras, no hay que olvidar en ningún momento que Tan cerca del aire es una novela que pertenece al maravilloso mundo de los cuentos y los sueños, y que el libro se inscribe perfectamente en esos parámetros narrativos.

Carlos Bravo Suárez

jueves, 7 de abril de 2011

ADIÓS A JUAN JOSÉ ARENAS GAMBÓN

Juan José Arenas Gambón ha muerto en Graus a los 85 años. Con su muerte desaparece un gran conocedor de la historia grausina. Un hombre culto que conocía como pocos el pasado de su pueblo, la historia de sus principales edificios y de sus muchas tradiciones. Era nieto de Marcelino Gambón Plana, primer director de “El Ribagorzano” y gran costista, autor de la primera biografía de Joaquín Costa, publicada el mismo año de la muerte de su maestro. Juan José Arenas tenía muchos libros y documentos históricos de gran valor en su casa de Graus. Él mismo escribió unos apuntes de la historia grausina que algunos hemos utilizado para extraer datos de interés para nuestros escritos y que merecerían ser publicados. Aunque llevaba ya tiempo sin salir de su casa y siempre fue un hombre muy suyo, yo recuerdo con agradecimiento que cuando me instalé en Graus hace ya casi doce años, él me facilitó los apuntes que acabo de citar, de los que guardo celosamente una copia, y me abrió las puertas de su casa para consultar algunos datos históricos. Descanse en paz.


Carlos Bravo Suárez

(Carta publicada en Diario del Alto Aragón)

domingo, 3 de abril de 2011

DEL ISÁBENA AL ÉSERA POR CHORDAL Y MERLI


Hace unas semanas realicé con el Centro Excursionista de la Ribagorza una larga excursión desde La Puebla de Roda, junto al río Isábena, hasta Morillo de Liena, en las orillas del Ésera. Se trata de un recorrido que, siempre en sentido este-oeste, une los valles de estos dos importantes ríos ribagorzanos.

La vertiente del río Isábena de nuestro itinerario está comunicada por una estrecha y sinuosa carretera que lleva desde La Puebla de Roda hasta Merli pasando por Esdolomada. Desde Merli hasta Morillo de Liena, la vertiente del río Ésera, del todo deshabitada excepto Bacamorta y Morillo, sólo dispone de una pista de tierra en bastante mal estado. Ya muy cerca de Morillo, este camino descendente desemboca en una carretera asfaltada que muere en Bacamorta, localidad en la que viven todavía unos pocos vecinos y que junto a Morillo de Liena pertenece ya al municipio de Forada del Toscar.

Nuestro recorrido andando se inicia a la salida de La Puebla de Roda en dirección al norte. Casi a la altura del camping de esta población, a la izquierda de la carretera A-1605, encontraremos la tablilla indicadora del PR-HU123 que lleva a Villacarli. Este sendero es una vía pecuaria o cabañera y una parte del antiguo camino histórico que unía Roda de Isábena con Saint Bertrand de Comminges. Siempre en sentido ascendente, y con magníficas vistas del valle del Isábena, seguiremos sus marcas unos tres kilómetros hasta el collado de la Portella. En este punto, el PR-HU123 se desvía hacia nuestra derecha, mientras que nosotros seguiremos la pista principal en dirección al despoblado Rin de la Carrasca, cuyas ruinas asoman en lo alto de un cerro próximo. Al cabo de pocos metros encontraremos a nuestra derecha, en medio de un tupido robledal, una magnífica casa de piedra de reciente construcción. Atravesando el terreno vallado de esta propiedad particular llegaríamos en pocos minutos a Rin de la Carrasca, desde donde se tienen magníficas vistas del Turbón y del valle de Villacarli que se abre a nuestros pies.

Si no subimos a Rin y continuamos por la pista que venimos andando desde La Puebla, dejaremos a nuestra derecha una borda recientemente arreglada e iniciaremos el ascenso hacia la sierra de Chordal. Es éste un espacio de amplios pinares cuyo punto más elevado alcanza los 1550 metros. Encontraremos en su cumbre un pequeño refugio y unas antenas de telefonía y, si nos adentramos unos metros en el bosque en dirección al norte, veremos el valle de Lierp debajo de nosotros y disfrutaremos de unas preciosas vistas del Turbón y de Cotiella, como elementos más destacados de una amplísima y hermosa panorámica.

Retornando al refugio, tomaremos una pista descendente que, tras conectar con el PR-HU48 que procede de Roda, nos llevará en pocos minutos al famoso menhir de Merli, que se levanta en un campo de labor a la izquierda de nuestro camino. Tras contemplar este importante monumento megalítico prehistórico, llegaremos enseguida al pequeño pueblo de Merli, situado a 1250 metros de altitud en la divisoria de aguas del Isábena y el Ésera. El lugar conserva dos importantes casas torreadas -casa Turmo y casa Coma- y en su iglesia parroquial destacan una portada de estilo románico y una puerta de madera con decoración de estilo mudéjar, muy similar a la puerta de la vecina catedral de Roda. En lo alto de un cerro quedan exiguos restos del que sería antiguo castillo medieval de la localidad. Merli tuvo ayuntamiento propio hasta los años sesenta del pasado siglo. Hoy, sus escasos habitantes forman parte del municipio de nuevo cuño denominado Isábena.

Desde Merli iniciamos el descenso hacía el río Ésera por una pista de tierra que se sigue con facilidad. No tardaremos mucho en llegar al despoblado Nocellas, cuyo caserío disperso presenta en su mayor parte un aspecto bastante arruinado. Junto al camino, vemos el núcleo principal del pueblo, donde se hallan la iglesia parroquial y las casas Badía y Soltero. La iglesia, dedicada a Santa María y hoy muy deteriorada, conserva la bóveda de cañón de claro origen románico y una bonita torre de planta rectangular con algunos de sus ventanales cegados. A la izquierda del camino, sobre un pequeño tozal, se agrupa la otra parte del caserío de Nocellas conocida como el Tozalet, con las casas Ferraz y Lacuesta. Separadas de los dos núcleos citados, se hallan la casa Torrueco y el Castellaz, pequeña agrupación de un par de casas que en tiempos más antiguos llegaron a ser tres.

Según consta en algún documento medieval, la iglesia de Nocellas fue destruida en la expedición de castigo que el caudillo musulmán al-Malik dirigió contra estas tierras en el año 1006. El acta de consagración de la nueva iglesia de Santa María, levantada tras la devastadora incursión sarracena, lleva la fecha de 1023. El templo habría logrado recuperarse en poco tiempo de la destrucción sufrida unos años antes. Parece del todo imposible que pueda resurgir del estado de ruina en que hoy se encuentra.

Siguiendo el camino descendente hacia el río Ésera, encontraremos las ruinas de las distintas edificaciones que formaban el núcleo conocido como El Solano de Bacamorta. Lo constituían las casas Fortuño. Planeta, Felip y Terraza. Esta última, documentada ya en el periodo medieval, sería la más importante del conjunto. Próxima a sus ruinas se levanta, a la izquierda de nuestro camino, la interesante iglesia de San Saturnino, también denominada iglesia de Terraza o iglesia de San Martín de Terraza. Se trata de una construcción religiosa perteneciente al estilo románico lombardo, con un bonito ábside coronado por una serie de arquillos ciegos tallados en piedra tosca o toba. Sobre una pequeña capilla de su lado meridional se alza su torre campanario. Junto a él se encuentra un pequeño cementerio invadido por la vegetación. Es una verdadera lástima que esta pequeña joya románica presente su actual estado de abandono y parezca inexorablemente abocada a una ruina completa y definitiva, aunque me consta que los descendientes de la casa Terrraza están haciendo esfuerzos por rehabilitar la iglesia e incluso planean abrir una página web para buscar ayudas a su loable empeño. Ojalá tengan suerte en su proyecto.

En lo alto de la ladera izquierda de nuestro camino, en una ubicación orientada al norte y sorprendentemente sombría, se encuentra el caserío principal de la localidad de Bacamorta. Sobre el origen y significado de su curioso y llamativo nombre hay diversas interpretaciones y alguna leyenda sin visos de realidad. Para algunos, el topónimo significaría “obaga de pastos pobres”; según otros, el nombre procedería del lugar que las vacas que pastaban por el valle solían elegir para morir.

La larga pista de tierra que habíamos tomado en Merli desemboca, a la altura de casa Matías, en la pequeña carretera que viene de Bacamorta y que en poco más de media hora nos deja en Morillo de Liena. Habremos culminado así una larga excursión transversal que nos ha permitido unir los valles del Isábena y del Ésera, dos ríos que en la villa de Graus, unos kilómetros más abajo, acabarán uniendo sus aguas.

Carlos Bravo Suárez

(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón)

Fotos: El valle del Isábena desde el camino a Rin, cuatro vistas desde la cima de Chordal (dos con Cotiella al fondo y dos del Turbón), menhir de Merli, puerta mudéjar de la iglesia de Merli, iglesia de Nocellas e iglesia de San Saturnino del Solano de Bacamorta.

sábado, 2 de abril de 2011

BRILLAN MONEDAS OXIDADAS

Brillan monedas oxidadas. Juan Eduardo Zúñiga. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. 2010. 150 páginas.

El veterano escritor Juan Eduardo Zúñiga (Madrid, 1929) es ya, con su estilo personal y diferente alejado de las modas narrativas, un verdadero clásico de la literatura española. El autor madrileño, tras varios años sin publicar nuevo libro, ha retornado a la escena literaria con Brillan monedas oxidadas, una magnífica colección de cuentos breves ambientados en épocas históricas diversas. Con esta variedad temporal, Zúñiga demuestra que también se mueve con acierto por épocas distintas a la Guerra Civil y la Posguerra, en las que ha situado muchas de sus narraciones más conocidas.

Brillan monedas oxidadas contiene quince relatos breves agrupados en tres partes. En ellos aparece un extenso repertorio de temas: la avaricia y la ambición material, la rebeldía, el afán de libertad y la frustración, el deseo sexual y las pasiones amorosas más extremas. Si bien el título del libro parece aludir al deterioro a que todo somete el paso del tiempo, puede también referirse a que con frecuencia nos dejamos deslumbrar por aquello que tiene en realidad menos valor del que le damos. Así en el relato inicial, El festín y la lluvia, todos escuchan boquiabiertos las grandezas de un hombre que se ha gastado una fortuna en la boda de su hija y censuran por escandalosos los deseos de amor y ternura expresados por una joven aún inocente y sincera.

Aunque casi siempre con un aura atemporal, algunos relatos del libro ocurren en épocas históricas pasadas: los años de la expulsión de los moriscos; el Madrid de espadachines, clérigos e intrigas cortesanas; el París bohemio y modernista de entre los siglos XIX y XX. Incluso aparecen fugazmente personajes como Kafka y Pessoa, o se recrea de manera novelesca el final de la vida del poeta portugués Mario de Sá-Carneiro. Otros cuentos se sitúan, sin embargo, en una época absolutamente actual, como el magnífico Has de cruzar la ciudad, donde una joven repartidora de pizzas recorre con su moto la noche madrileña y en un arrebatado deseo de libertad acaba convertida en una moderna Lady Godiva. En todos los casos, hay un magnífico dibujo de los personajes y una portentosa creación de atmósferas y ambientes.

Pueden rastrearse sin duda muchas influencias literarias en estos cuentos tan magníficamente escritos. Seguramente las habrá de la literatura rusa que Zúñiga tan bien conoce. También las hay de buena parte de la literatura clásica española, desde la novela picaresca al mejor romanticismo decimonónico. Estos cuentos son literatura con mayúscula y nos hablan de lo irracional y lo fantástico, de los deseos ocultos, de la pobreza, de la ambición desmedida o de la frustración de los sueños. Creo que no exagero en absoluto al decir que Brillan monedas oxidadas es uno de los mejores libros de cuentos publicados en España en las últimas décadas.


Carlos Bravo Suárez