sábado, 11 de junio de 2011

EL CATADOR DE LIBROS

Treinta motivos para reencarnarse en mosquito. José Luis Gracia Mosteo. March Editor. Biblioteca íntima. 2011. 100 páginas.

José Luis Gracia Mosteo (Calatorao, 1957) es un todoterreno de la literatura. Magnífico escritor, profesor y lector apasionado, el autor aragonés afincado en Madrid es capaz de manejarse con soltura en géneros y registros diferentes, y mostrar en todos ellos su dominio de la escritura y un conocimiento, amplio y profundo, de la tradición literaria que abarca desde las épocas antiguas hasta las más modernas y actuales. Autor de magníficas novelas, de libros de relatos, de dos poemarios de tema antitético, de ensayos cargados de humor y de ironía, Mosteo es también un brillante crítico literario. En esta última faceta, puesta de manifiesto desde hace años en Heraldo de Aragón, se recrea para deleite del lector en su último libro Treinta motivos para reencarnarse en mosquito.

Subtitulado Antología de la literatura friki, ridícula o escondida, este ensayo literario reúne treinta textos breves sobre libros y escritores diversos. Según el propio autor, la obra “pretende ser la búsqueda y lectura de esos libros minoritarios o simplemente extraños con el objeto de formar una biblioteca básica de iconoclastas, olvidados e incluso clásicos a los que el moho ha tornado raros”. Se trata de una heterogénea selección que indica el eclecticismo y la amplitud de gustos de un escritor que, como Borges, se enorgullece sobre todo de las páginas leídas. Junto a Franz Kafka y Stefan Zweig, dos ilustres autores centroeuropeos que forman parte de la literatura con mayúsculas, encontramos a escritores españoles de fama, como Luis Alberto de Cuenca o José Luis de Vilallonga, y a otros apenas conocidos, como el poeta bohemio Armando Buscarini, muerto en 1940. Hay en la nómina mayoría absoluta de escritores aragoneses: algunos de adopción (el toledano Alfredo Saldaña, el gallego Antón Castro o el barcelonés, hace poco fallecido, Ricardo Vázquez-Prada); otros ya consagrados (Soledad Puértolas, Miguel Mena, Félix Romeo o el bilbilitano José Verón Gormaz); algún bibliófilo también autor de un libro sobre libros (José Luis Melero); narradores debutantes (Víctor Juan); parejas de hecho literarias (Joaquín Carbonell y Roberto Miranda); jóvenes poetas con futuro por delante (el turolense Ignacio Escuín); y algunos otros que no nombro por no alargar en exceso esta reseña.

Casi siempre el autor opina favorablemente de los autores y libros que cita. Hay también en el libro algunos textos más referidos a un tema que a un autor concreto: uno referido a los novísimos, otro que trata sobre las iglesias medievales del Serrablo y un magnífico elogio al vino y su fructífera relación con la literatura.

Parafraseando en parte al propio autor, Treinta motivos para reencarnarse en mosquito trata de un puñado de escritores y sus libros, pero también de la locura y de la fiebre de escribir y de leer, de la pasión literaria que sirve entre otras cosas para hacernos a algunos la vida más llevadera y feliz.

Carlos Bravo Suárez

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