sábado, 27 de agosto de 2011

EL CER Y LOS NOMBRES DE LOS GRANDES PICOS DEL PIRINEO

El Centro Excursionista de la Ribagorza (CER) se congratula de volver a saludar a los grausinos y ribagorzanos desde las páginas de este querido Llibré de Fiestas. En los últimos tiempos, nuestro club ha seguido progresando tanto en la cantidad de actividades organizadas como en su número de socios. Mantenemos un calendario estable de más de veinte excursiones por año y alcanzamos los casi 350 asociados de muy diferentes edades y procedencias geográficas.

Hemos dejado de contar con la colaboración de la Comarca de la Ribagorza, pero hemos encontrado el apoyo del Patronato Municipal de Deportes, al que queremos dar las gracias por su inmediata ayuda tras un momento delicado para nuestro club. También agradecemos a sus trabajadores el tiempo que dedican a organizar con nosotros unas excursiones que cuentan con una participación cada vez más numerosa.

Como en ocasiones anteriores, queremos contribuir con una modesta colaboración a enriquecer, en la medida de lo posible, las páginas de este Llibré. Lo haremos esta vez con unas líneas que tratan sobre los nombres de algunos de los grandes picos de nuestro Pirineo, su posible origen y su significado.

La toponimia es un terreno proceloso y difícil. Es fácil caer tanto en elucubraciones como en interpretaciones demasiado simples. En el caso de los picos del Pirineo, buena parte de sus denominaciones actuales son relativamente recientes. Además, las montañas reciben nombres distintos según desde donde se las mire: desde Francia o desde España, desde un valle o desde el vecino. A esto hay que añadir la obsesión de los pirineístas franceses del siglo XIX por bautizar con sus nombres los picos de una cadena montañosa que recorrían con febril afán descubridor. Por todo ello, estas montañas tienen a veces dos y hasta tres denominaciones diferentes. Nos centraremos en esta colaboración, siguiendo un orden decreciente en su altitud, en seis de los grandes picos de nuestra cordillera pirenaica.

El Aneto, con sus 3404 metros, es el pico más alto de los Pirineos. Sin embargo, tardó algún tiempo en lograr ese reconocimiento. Su posición poco individualizada y no demasiado visible desde la lejanía, hizo que otras cimas fueran consideradas antes como las primeras de la cordillera. En un principio ese honor recayó en Monte Perdido, y más tarde en la Maladeta. Fue el geógrafo francés Henry Reboul quien, en 1817, confirmó la supremacía del Aneto. Y quien le puso el nombre. Consultando los mapas españoles, vio que, en línea recta, el pueblo más próximo al pico era la pequeña localidad de Aneto, en el valle del río Noguera Ribagorzana, casi en la frontera con Cataluña. Por ese motivo denominó a la montaña como pico de Aneto. El nombre hizo fortuna, aunque los franceses pronto lo convirtieron en Néthou. Enseguida surgieron leyendas cuyo protagonista era un ser mitológico homónimo.

La primera ascensión al Aneto se produjo en 1842. La realizaron conjuntamente un antiguo militar ruso de nombre Platón de Tchihatchchieff y un botánico aristócrata francés llamado Albert de Franqueville. Fueron acompañados por otras cuatro personas, contratadas como guías y porteadores. Al llegar al final de su ascensión, vieron que una estrecha y peligrosa arista los separaba de la cima. Fue el ruso quien comparó aquel angosto paso con el estrecho puente, cortante como un sable, que, según escribió Mahoma en "El Corán", sólo los musulmanes justos podrán cruzar para alcanzar el paraíso. Franqueville reprodujo el comentario de su compañero en un librito sin pretensiones que narraba aquella ascensión. El libro tuvo un éxito inesperado y la expresión Puente o Paso de Mahoma se convirtió en nombre propio y parte inseparable de la mitología pirenaica.

La segunda cima de la cordillera es el pico Posets o Llardana (3375 metros). Desde el valle de Chistau se denominaba pico de los Posets, en referencia a los pozos o a las "posetas" (rellanos pastoriles) de sus laderas. Sin embargo, desde los valles más orientales, su nombre era Llardana, es decir "quemado", un término cuya raíz es "lar" o "llar" ("hogar" o "fuego"). El ya citado Henry Reboul adoptó la primera de las denominaciones, que a la postre resultó triunfadora, aunque la segunda va hoy ganando adeptos.

Durante varios años el Monte Perdido (3355 metros) fue considerada la máxima elevación pirenaica. El nombre tiene origen francés y resulta paradójico en España. Desde el sur, su silueta y la de sus dos acompañantes son muy visibles desde muchos lugares. En la toponimia aragonesa, esas tres cumbres fueron siempre las Tres Serols o las Tres Sorores ("las tres hermanas o las tres monjas"). El geógrafo Labaña ya usó el nombre en el siglo XVII, y Lucas Mallada en el XIX. En el XX, Ramón J. Sender tituló así una de sus novelas, e incluso denominó a las sorores Ana, Clara y Pilar. Sin embargo, para los primeros pirineístas galos, con Ramond de Carbonnièrs a la cabeza, se trataba de una montaña alejada y perdida, poco visible desde el norte francés del que ellos procedían, un remoto "mont perdu". Con este nombre aparece ya en el mapa de Aragón de Sánchez Casado de 1898, y su traducción a Monte Perdido ha resultado desde entonces inamovible. Sus cimas compañeras son el Cilindro de Marboré y el pico Añisclo, llamado también Soum de Ramond, en honor a Ramond de Carbonnièrs, proclamado primer conquistador del Mont Perdu en 1787. El francés estaba entonces convencido de haber alcanzado la primera cima pirenaica.

Un tiempo después ese honor fue para la Maladeta (3308 metros). Hasta que en 1816 Fiedrich von Parrot y el mítico guía Pierre Barrau pisaron su cima, desde donde vieron otra cercana de apariencia algo mayor. Era el Aneto. Parece que el nombre Maladeta procede de "mala eta", que significaría "la montaña más alta", y que luego se italianizó en Maladette con el significado de "maldita". Triunfó esta segunda forma y por extensión se denominó Montes Malditos al conjunto de montañas circundantes, y con ese nombre pasaron a los mapas. Parecía una denominación acertada: se trataba de una montaña difícil, casi inaccesible, donde no había pastos ni riqueza, sólo innumerables peligros. En 1824, la montaña hizo honor a su nombre y una grieta de su glaciar se tragó al mítico guía Barrau. No devolvió su cadáver hasta 107 años después, en 1931. Este hecho frenó a sus pretendientes, aterrados por la terrible fama de la montaña maldita, y retrasó por un tiempo la conquista del Aneto.

La toponimia del Vignemale (3298 metros) es complicada. Estrictamente el nombre designa a todo el macizo, compuesto de varias cimas, la mayor de las cuales es el pique Longe. Sin embargo, a veces, usando el todo por la parte, llamamos a esta cima Vignemale. El término se remonta a 1290, cuando en un documento sobre límites se escribe "Vinhe Male". A finales del XIX, los españoles Heredia y Zamora utilizan Villa Mala y Villamana, respectivamente. El significado del término puede derivar de "bigno" ("giba") o "vinia" ("roca") y "mala" (montaña). También aquí el topónimo francés ha desplazado al español. En la vertiente aragonesa, la montaña se llama Comachibosa. Parece un topónimo descriptivo que tal vez venga a significar lo mismo que el término francés.

El nombre de Perdiguero (3222 metros), que ya aparece en el mapa de Labaña del siglo XVII, tiene fundamentalmente dos explicaciones. Como derivado de perdiz, quizás aludiendo a la abundancia en otro tiempo de perdices nivales en sus laderas. O, como parece más probable, por deformación de "pedriguero". Tantas son las piedras de esta montaña que hay quien dice, exagerando se supone, que piedra a piedra podría desmontarse por completo y quedar reducida a la nada.

Bienvenido Mascaray, en sus interesantes libros sobre toponimia ribagorzana, explica algunos de estos nombres como derivados de un idioma ibero-vasco prerromano. Así, el nombre Aneto procedería de "ain-eto" ("altura terrible o pendiente tremenda"); Llardana, de "llarde-da-ana" ("el que está despellejado o desollado"); Maladeta, de "mala-dets-a" ("tierra y piedras arrastradas por un torrente poderoso"); Vignemale o Biñamala, de “b-iñar-mala” (“la fuerza o la potencia de los glaciares”); Perdiguero, de "pertika-ero" ("forma de aguja o conjunto de puntas").

Para terminar estas líneas queremos desear a todos los grausinos y ribagorzanos unas magníficas fiestas mayores.


(Artículo publicado en El Llibré de las Fiestas de Graus 2011)

Foto: El Aneto y los Montes Malditos desde el Portillón de Benasque.

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