domingo, 23 de febrero de 2014

CANADÁ

             
 Canadá. Richard Ford. Anagrama. 2013. 512 páginas.

Richard Ford (Jackson, Mississippi, 1944) es uno de los más destacados narradores de la literatura estadounidense actual. Autor de seis novelas, entre las que destaca la trilogía protagonizada por Frank Bascombe (El periodista deportivo, El Día de la Independencia –Premio Pulitzer 1995– y Acción de Gracias), de varios libros de relatos –espléndida su primera colección Rock Springs de finales de los ochenta– y de un libro de memorias personales titulado Mi madre, el escritor norteamericano ha publicado recientemente en nuestro país su última novela Canadá, que buena parte de la crítica literaria ha considerado como uno de los mejores libros editados durante el pasado año 2013.

Canadá es una larga novela dividida en dos partes de casi idéntica extensión a las que se añade una tercera más corta a modo de epílogo. Las dos primeras transcurren durante el año 1960 y la tercera en 2010, cincuenta años más tarde del grueso de la narración. El relato está contado en primera persona por Dell Parsons, un joven que tenía quince años cuando sus padres fueron encarcelados tras atracar un banco cerca de su casa familiar en Montana. Dell y su hermana gemela Berner quedan desamparados y solos, pero no esperan a que los servicios sociales del estado se hagan cargo de ellos. Berner huye de inmediato para vivir su vida y Dell es ayudado por una amiga de su madre que lo lleva a Canadá para que trabaje con su hermano Arthur Remlinger, un hombre de pasado oscuro y actitudes violentas.

Canadá es una hermosa novela que puede considerarse como un relato de iniciación. El narrador recuerda en primera persona aquel año de 1960 que marcará para siempre tanto su vida como la de su hermana. Desde el presente, y ayudado por el diario que su madre escribió en la cárcel, reconstruye aquellos días en que se vio obligado a vivir hechos extraordinarios que aceleraron su maduración y condicionaron su futuro y su visión del mundo y del ser humano. La primera parte de la novela cuenta la peripecia familiar del protagonista, que debe cambiar con frecuencia de residencia por la condición de piloto militar del padre, un hombre optimista pero con poca cabeza que se ve forzado a dejar el ejército tras verse involucrado en algunos negocios sucios que le llevarán a atracar un banco para saldar las deudas contraídas. La segunda parte del libro, que transcurre ya en Canadá, a pocos kilómetros de la frontera estadounidense, constituye todo un relato de adaptación y supervivencia del joven en un medio inhóspito y hostil de gran dureza.

Richard Ford es un narrador con un gusto especial por las descripciones detallistas que confieren al relato un gran realismo a veces casi fotográfico. La observación minuciosa de la realidad física que rodea al protagonista y el relato de sus reflexiones intimas y sus pensamientos hacen que la novela avance con cierta lentitud, pero la dotan sin duda de una gran solidez y del fuste de las narraciones clásicas. La historia de Dell y la familia Parsons, leída en muy pocos días y en largas tiradas de varias horas, ha supuesto para mí una absorbente experiencia literaria que, en cierto modo, me ha recordado aquellas lecturas ya algo lejanas de los grandes clásicos de la novela.


Carlos Bravo Suárez

            

domingo, 16 de febrero de 2014

LA MALA LUZ

      
      La mala luz. Carlos Castán. Destino. 2013. 228 páginas.

Carlos Castán (Barcelona, 1960) ha estado siempre muy vinculado a Huesca, ciudad en la que vivió bastantes años, y actualmente reside en Zaragoza, donde trabaja como profesor de instituto. Podemos decir, por tanto, que, aunque nació en Barcelona, Castán es uno de los más destacados escritores aragoneses actuales. Por su trayectoria literaria, es también uno de los valores más sólidos y con mejores cimientos de la narrativa española reciente. Después de sus magníficos libros de relatos Frío de vivir (1997), Museo de la soledad (2000) y Sólo de lo perdido (2008), y de sus textos sobre la Ruta 66 con ilustraciones de Dominique Leyva en el libro Polvo en el neón (2013), ha publicado recientemente La mala luz, su primera y esperada novela.

La mala luz va de soledades inmensas y de pasiones intensas que intentan rellenarlas. Dos hombres maduros, el narrador del relato y el desmesurado Jacobo, coinciden en Zaragoza tras fracasar en sus respectivos matrimonios y dejar atrás una ciudad anterior más pequeña y provinciana. Ambos se hacen mutua compañía y comparten aficiones cinematográficas y literarias. La presencia del narrador en la casa y en la vida de Jacobo se hace aún mayor cuando éste comienza a sentir unos miedos aterradores que parecen infundados, pero que acaban en su sangriento asesinato. A partir de ahí aparece Nadia en la novela, una mujer fatal, una amantis de vuelo trágico y pasión devoradora.

La mala luz es pura literatura. Los personajes de la novela, y esto no es demérito de la misma, son más literarios que reales, desmesuradamente románticos y destructivamente vitales y apasionados. De un romanticismo wertheriano, son y se confunden con sus lecturas, sus películas de culto, su pasado perdido y su deseo de volver a perderse y de perderlo todo, hasta la propia vida, en una pasión que entraña, a la postre, una soledad renovada que deambula tambaleante entre el suicidio y la más negra bohemia.

Carlos Castán, con un estilo propio, personal e intransferible, ha construido una novela de ritmo introspectivo y lento, con mucho lirismo y una poesía que roza a veces el malditismo, con digresiones –como los casi surrealistas episodios del narrador con su madre– que se acuerdan siempre de volver al cauce narrativo para engrosar su caudal, y con una escritura profunda, de sintaxis redonda y envolvente y muchas y variadas referencias culturales. Donde algunos hechos históricos recientes, como la Guerra Civil, Auschwitz o el desembarco de Normandía, pueden funcionar como paralelismos metafóricos de otros tantos trances vitales de los protagonistas.

No es La mala luz una novela para cualquier tipo de lector ni dirigida al gran público. Mira más hacia dentro que hacia fuera y hay más sentimiento y melancolía que acción, entretenimiento y superficie. Carlos Castán ya había demostrado sobradamente su maestría literaria en el relato corto, y ahora no desentona en absoluto en la novela. Su universo está poblado de fríos vitales, soledades de museo y tiempos perdidos, que encontramos de nuevo, y aun multiplicados, en La mala luz, esa mirada triste de nuestra condición humana siempre anhelante y a la vez insatisfecha.

Carlos Bravo Suárez

domingo, 9 de febrero de 2014

EL CAMINO DE IDA

      
El camino de Ida. Ricardo Piglia. Anagrama. 2013. 296 páginas.

Tres años después de su espléndida Blanco nocturno, que reseñamos también en esta sección, el escritor argentino Ricardo Piglia (1941) ha publicado El camino de Ida, otra magnífica novela en la que el principal personaje, narrador del relato en primera persona, es el escritor y periodista Emilio Renzi, presente, aunque en papeles algo más secundarios, en otros libros del autor.

El camino de Ida es una novela sugerente y distinta, muy difícil de etiquetar. Comienza como un relato de los que se han venido en llamar de campus, ambientado en una universidad estadounidense, parece convertirse luego en una novela negra de asesinatos e intriga, tiene en algunos momentos algo de road movie literaria y, a partir de la presencia de un terrorismo de carácter antitecnológico y anarcoecologista, acaba adquiriendo una extraña e inquietante mezcla de tintes políticos, filosóficos y sociológicos.

El escritor argentino Emilio Renzi, en buena medida alter ego del propio Ricardo Piglia, es invitado por la atractiva e independiente profesora Ida Brown para impartir un curso en una prestigiosa universidad de New Jersey, próxima a la ciudad de Nueva York. El seminario trata sobre el escritor y naturalista W. H. Hudson, que nació y vivió parte de su vida en Argentina para emigrar después a Inglaterra. Renzi vive una aburrida y rutinaria vida académica hasta que comienza a tener fogosos encuentros sexuales con Ida Brown. La novela da un giro casi copernicano cuando la activa y misteriosa Ida muere en un extraño accidente cuyo origen no se consigue aclarar. Su muerte se vincula con los asesinatos de una serie de profesores y científicos importantes que vienen sucediéndose desde hace unos años. Cuando el autor de esas muertes violentas es detenido, Emilio Renzi busca su posible conexión con la profesora fallecida. Aquí toma un protagonismo especial el joven terrorista, en buena medida inspirado en el famoso Unabomber que entre 1978 y 1994 actuó en solitario logrando escapar del FBI y de los cuerpos de seguridad estadounidenses tras cometer numerosos atentados con cartas bomba. También el activista de la novela de Piglia es un brillante matemático y un personaje complejo, conocedor a fondo en este caso de la obra literaria de Josep Conrad, de la que la profesora Ida Brown era una consumada especialista.

La novela transcurre íntegramente en Estados Unidos durante la década de los años noventa del pasado siglo XX, y muestra las tensiones ocultas de una sociedad tremendamente regulada y despolitizada, que genera a veces algunas inesperadas respuestas violentas de tipo individual.

Esta novela confirma nuevamente a Ricardo Piglia como uno de los mejores escritores actuales de la lengua española. Además de una trama interesante y bien contada, el autor argentino muestra un estilo brillante y cautivador, lleno de elegancia y dominio del ritmo sintáctico y del lenguaje. Piglia ha escrito una novela extraordinaria, en el sentido más literal de la palabra, que amalgama con maestría diversos géneros literarios, aspectos autobiográficos y elementos reales, hasta componer un relato distinto y  sugerente como pocos.

Carlos Bravo Suárez

jueves, 6 de febrero de 2014

HASTA EL FORAU DE AIGUALLUTS


           

El itinerario entre Llanos del Hospital y el Forau de Aigualluts es uno de los más clásicos y conocidos del valle de Benasque. Se trata, en cualquier época del año, de un recorrido muy atractivo y de gran belleza paisajística. También lo es en invierno y con raquetas de nieve.

Iniciaremos nuestra excursión invernal en el Hospital de Benasque, actualmente un confortable hotel de montaña con numerosos servicios. En un edificio anexo, podremos alquilar las raquetas, y sus correspondientes bastones, si no disponemos de propias. Una vez bien calzadas, descenderemos hasta el primer llano situado junto al Hospital y giraremos a la derecha en dirección al Este, siempre en paralelo al incipiente río Ésera. Al cabo de unos minutos, cruzaremos el río por un puente de madera y comenzaremos a nuestra derecha una corta pero empinada subida. Terminada ésta, nos adentraremos en un bosque de pinos que atravesaremos siguiendo las marcas que cuelgan de los árboles.

Tras unos minutos de recorrido entre pinos, saldremos a un claro y divisaremos ante nosotros otro llano entre montañas. Es el llamado Plan de Estany (Llano del Ibón), aunque lo que en tiempos fue un amplio lago de montaña es hoy un terreno colmatado por donde discurre el río Ésera en pronunciados meandros. Si hay mucha nieve, podremos atravesarlo por su centro. Si no es así, habrá que bordearlo por su lado izquierdo, justo por encima de lo que queda del antiguo ibón. Dejado atrás el Plan de Estany, y tras una ligera subida, llegaremos a La Besurta.

En este lugar, hasta donde llega una pequeña carretera que solo pueden transitar los autobuses del parque durante el verano, encontraremos un espacio cubierto con mesas y bancos de madera donde hacer una parada en nuestro camino. Hasta aquí llegan las pistas en que se practica el esquí de fondo. Tras volver a cruzar el río por otro pequeño puente, iniciaremos un tramo de subida hasta una bifurcación bien señalizada. A nuestra derecha sale el camino que lleva al refugio de La Renclusa, desde donde en verano una procesión de montañeros procedentes de múltiples lugares inicia la ascensión al Aneto. 

Nosotros seguiremos el camino recto hasta encontrarnos con una subida un poco más exigente que abordaremos por nuestra izquierda. Salvado este último desnivel, aparecerá una no muy extensa hondonada en cuyo extremo oriental se halla El Forau de Aigualluts, objetivo de nuestra excursión. La tuca de Aigualluts se levanta, como magnífico telón de fondo, en el centro del paisaje que se abre ante nosotros. Normalmente abordamos este último tramo por la ladera del lado derecho, pero si hay mucha nieve es mejor hacerlo por el centro, alejándonos de las pendientes laterales.

El Forau de Aigualluts constituye un curioso fenómeno geológico. La abundante agua procedente del glaciar del Aneto y de otros torrentes y barrancos, tras formar un caudaloso río que atraviesa el Plan de Aigualluts y se precipita por una estruendosa cascada, viene a parar a esta sima o “forau” por donde se filtra y desaparece para reaparecer ya en el valle de Arán, en los llamados Güells de Joeu, que constituyen una de las fuentes del río Garona.

Si subimos unos metros y tenemos el día claro, podremos disfrutar de espléndidas vistas del Aneto. Antes, en nuestro recorrido, habremos contemplado los picos de Paderna a nuestra derecha, mientras que en lo alto del flanco izquierdo puede verse la pequeña hendidura del Portillón o puerto de Benasque, que se abre entre los picos Salvaguardia y de la Mina y permite pasar a Francia.

En nuestro itinerario, habremos recorrido poco más de seis kilómetros y salvado un desnivel de unos trescientos metros, desde los 1722 de Llanos del Hospital hasta los 2035 a que se encuentra el Forau. Con una breve parada en La Besurta, y a un ritmo más o menos normal, la excursión viene a costar unas cinco horas entre la ida y la vuelta.

Carlos Bravo Suárez  

(Centro Excursionista de la Ribagorza)


Artículo publicado hoy en el suplemento "Aragón, un país de montañas", de Heraldo de Aragón.

Fotos tomadas durante la excursión del CER del 12-1-2014.

domingo, 2 de febrero de 2014

POR SI SE VA LA LUZ

         
Por si se va la luz. Lara Moreno. Lumen. 2013. 325 páginas.

Lara Moreno (Sevilla, 1978) es uno de los valores en alza de la nueva literatura española. Autora de los libros de relatos Casi todas las tijeras (Quorum, 2004) y Cuatro veces fuego (Tropo, 2008), y de los poemarios La herida costumbre (Puerta del mar, 2008) y Después de la apnea (Ediciones del 4 de Agosto, 2013), la escritora andaluza ha dado un salto cualitativo en su carrera literaria al publicar su primera novela, Por si se va la luz, con la editorial Lumen del importante grupo Random House Mondadori.

Por si se va la luz es una novela de personajes y mundos interiores, con poca acción y escasa trama. Aunque puede tener un cierto tono apocalíptico, no es en absoluto un relato de ciencia-ficción. No hay referencias temporales concretas –aunque es el mundo actual–, ni tampoco geográficas, salvo la oposición ciudad/mundo rural, como consecuencia de una decadencia urbana, por causas no demasiado explicadas, que supone una cierta vuelta, más o menos obligada por las circunstancias y por una enigmática organización, a la naturaleza y a la vida sencilla del campo.

Nadia y Martín son dos jóvenes treintañeros que abandonan la ciudad y se refugian en una vieja casa a las afueras de una pequeña aldea alejada del mundo. Allí se relacionan con Enrique, un hombre maduro, bebedor y solitario, que regenta un pequeño bar; aunque en la aldea más que el comercio con dinero se practica el canje de productos y alimentos básicos. En ese remoto lugar viven también dos personas mayores: Damián, un viudo que sueña con el mar y cae irremediablemente enfermo; y Elena, una vieja medio bruja que prepara tisanas y brebajes, convive con un cerdo, cultiva un huerto y luego cría pollos y gallinas que proveen de huevos a la pequeña comunidad. Más tarde, regresa de la ciudad Ivana, una mujer que había dejado la aldea y trae ahora consigo a una hija adoptiva de origen ruso llamada Zhenia. Estos son los siete personajes que llenan el libro y van intercalando sus visiones y pensamientos a la largo de sus páginas. Cuatro de ellos son narradores internos en primera persona; los otros tres aparecen a través de un narrador externo omnisciente.

Además de sobrevivir y adaptarse a las nuevas condiciones de vida que excluyen la mayor parte de las comodidades urbanas, los personajes se ven obligados a enfrentarse a ellos mismos, a su pasado y su futuro, a sus contradicciones, sus miedos y sus nuevos deseos. El viaje a esa remota y alejada geografía supone, por tanto y ante todo, un viaje interior y una vuelta, no del todo idealizada, a los orígenes elementales de la especie: el huerto, el cerdo y las gallinas, la caza, el trueque, la supervivencia. Pero también hay literatura y libros en ese mundo casi primigenio; de Kapuscinski, Anne Sexton o Sylvia Plath, entre otros. Y unas relaciones humanas complejas que, en general, y con algunas dudas y vaivenes, se hacen amables, de mutua comprensión y ayuda entre los pocos habitantes de la pequeña aldea.

No es Por si se va la luz un mal debut de la escritora sevillana en la novela. Tal vez se le notan demasiado sus querencias por el relato breve y la poesía; pero, en cualquier caso, compone una emotiva y hermosa narración intimista, que coincide con unos momentos de crisis que tal vez nos obligue a reconsiderar las relaciones humanas modernas y nos empuje, con lo bueno y lo malo que eso puede suponer, a retornar en cierto modo a formas de vida más elementales y sencillas.

Carlos Bravo Suárez