domingo, 27 de diciembre de 2015

ACCIDENTE NOCTURNO



    “Accidente nocturno”. Patrick Modiano. Anagrama. 2014. 144 páginas.
            
Aunque hasta esa fecha había publicado en esta sección unas cuantas reseñas de libros suyos, no había vuelto a leer nada de Modiano desde que el año pasado le fuera concedido el Premio Nobel de Literatura. Con motivo de ese importante galardón, se publicaron en nuestro país algunas novelas del escritor francés todavía no traducidas hasta ahora al español. Una de ellas fue “Accidente nocturno”, editada en Francia en 2003.
            
“Accidente nocturno” contiene la mayor parte de los ingredientes del universo literario de Modiano. El suceso que da título al relato, y a partir del cual se construye, es descrito por el propio narrador protagonista al inicio del libro: “Entrada la noche, en un día ya lejano en que estaba a punto de cumplir la mayoría de edad, cruzaba la plaza de Les Pyramides en dirección a la plaza de La Concorde cuando salió un coche de entre las sombras. Primero pensé que me había rozado; luego noté un dolor agudo del tobillo a la rodilla. Había caído desplomado a la acera. Pero conseguí levantarme. El coche dio un bandazo y chocó contra uno de los arcos de los soportales de la plaza con ruido de cristales rotos. Se abrió la puerta y salió tambaleándose una mujer”. El joven es atendido en un hospital y luego enviado a su casa con un sobre con dinero que le entrega, junto a un documento firmado, un enigmático personaje que acompañaba a la conductora.
            
A partir de ese momento, el joven narrador inicia la búsqueda infructuosa de esa mujer que conducía un Fiat de color verde agua. En su mente se mezclan recuerdos confusos de ese accidente reciente con otros momentos anteriores de su vida. Como un detective que investiga hacia fuera y hacía el interior de su propio pasado, el joven va recorriendo los barrios parisinos, convirtiendo otra vez a la capital francesa, entre real y fantasmagórica, en protagonista de esta novela que puede calificarse de completamente modianesca. Con precisión topográfica se citan calles, plazas y bulevares de la capital francesa, siguiendo el peregrinaje del narrador, que todavía lleva su zapato mocasín roto y sus heridas sin curar del accidente a cuestas. El joven deambula por París, desamparado y triste, recordando relaciones pasadas asociadas al presente y con el peso de un padre que, en permanente huida y envuelto en turbios negocios siempre fracasados, lo abandonó hace años en una soledad doliente y aparentemente incurable.
            
Siempre me ha gustado Modiano, su prosa elegante y evocadora, su mundo obsesivo y reiterado, sus novelas casi iguales pero siempre diferentes, su deambular perdido y confuso por la memoria incierta, su tristeza, su ambigüedad, su nostalgia indefinida. Y esta novela, para algunos tal vez menor entre su extensa obra, expresa con belleza melancólica y difusa ese mundo suyo, tan personal, tan incomparable y único.
            
Aunque ya antes del Nobel, Anagrama y otras editoriales habían ido publicando muchas de sus novelas anteriores, la concesión del premio ha incrementado esa labor de difusión de la parte de su obra todavía inédita en nuestro país hasta la fecha. Y esperemos que, además de recuperar novelas pasadas, sigamos también recibiendo nuevas narraciones del escritor francés, para que sus lectores devotos podamos continuar adentrándonos con voracidad en sus envolventes y obsesivas creaciones literarias.


Carlos Bravo Suárez

domingo, 20 de diciembre de 2015

LA HABITACIÓN DE NONA



“La habitación de Nona”. Cristina Fernández Cubas. Tusquets Editores. 2015. 192 páginas.

Cristina Fernández Cubas (Arenys de Mar, Barcelona, 1945) es una de las más destacadas escritoras de cuentos de la literatura española actual. En este género, ha publicado “Mi hermana Elba” (1980),Los altillos de Brumal” (1983), “El ángulo del horror” (1990), “Con Ághata en Estambul” (1994) y “Parientes pobres del diablo” (2006). En 2009, recopiló sus relatos en el volumen “Todos los cuentos”, que recibió diversos premios. La escritora barcelonesa ha publicado también un par de novelas (“El año de Gracia”  y “El columpio”), la obra de teatro “Hermanas de sangre” y el libro de memorias “Cosas que ya no existen”. Tras la muerte de su marido, el filósofo y escritor Carlos Trías Sagnier, Fernández Cubas ha estado varios años en un silencio literario que rompió en 2013 cuando publicó, con el pseudónimo de Fernanda Kubbs, la novela “La puerta entreabierta”. Con “La habitación de Nona”, ha vuelto, tras nueve años de ausencia, a su género favorito del relato breve.

“La habitación de Nona” contiene seis narraciones cortas y toma su título de la primera de ellas. En todas encontramos las características habituales del universo literario de la autora: ambientes más o menos inquietantes, misterios, sorpresas y terrores en un principio inadvertidos, conductas psicológicas ambiguas o extrañas, personajes solitarios y enigmáticos, espacios cerrados y  a veces angustiosos. Y, sobre todo en este libro, el protagonismo de la infancia y los recuerdos familiares y la presencia del tiempo como un todo en que el hoy y el ayer pueden mezclarse sin solución de continuidad. Dos citas de Einstein, una al inicio del libro y otra en uno de sus cuentos, son reveladoras de la concepción de la realidad y el tiempo dominante en estas narraciones: “”La realidad es simplemente una ilusión, aunque muy persistente” y “Su marido me ha precedido; pero como físico usted sabrá que para mí no existe pasado ni presente”.

Excepto uno de ellos, el más autobiográfico “La nueva vida” cuya protagonista es una mujer madura, en todos los demás los personajes principales son niñas de alrededor de 13 años.  En “La habitación de Nona”, una de estas niñas intenta penetrar en el mudo cerrado de su envidiada hermana, a la que sus padres siempre han considerado como “muy especial” y parecen dar un trato diferente. “Hablar con viejas” tiene estructura de relato clásico y recuerda en cierto modo a “Hansel y Gretel” y otros cuentos de ogros. Tal vez el mejor relato del libro sea “Interno con figura”, inspirado en un cuadro, que sirve de portada a la edición de Tusquets, del pintor decimonónico italiano Adriano Cecioni, cuya reciente exposición en Madrid fue a visitar la autora del libro que aparece aquí también como narradora para explicarnos cómo ha escrito este cuento. “El final de Barbro” narra la venganza final de tres niñas cuyo padre viudo ha sido seducido por una mujer más joven, una atractiva nórdica de ojos azules y melena rubia recogida en una cola de caballo. “La nueva vida” es el más autobiográfico de los relatos del libro y parece impregnado por el recuerdo del marido muerto de la escritora, que funde presente y pasado en un intento de superar la trágica realidad que la ahoga. En “Días entre los Wasi-Wano”, una niña y su hermano van a pasar una temporada a un pueblo con sus tíos, una pareja joven sin hijos, viajera y algo “hippie”, pero con un conflicto oculto a la idealización infantil.

Tal vez algo irregulares, pero en todo momento interesantes y escritos con estilo primoroso y buen ritmo narrativo, estos seis relatos breves devuelven a Cristina Fernández Cubas, tras un largo silencio ocasionado por la dolorosa pérdida de su marido, al género literario que mejor domina. Esperemos que la próxima entrega ya no se haga esperar tanto como la que aquí acabamos de reseñar.

Carlos Bravo Suárez

domingo, 13 de diciembre de 2015

ADIÓS, HASTA MAÑANA


“Adiós, hasta mañana”. William Maxwell. Libros del Asteroide. 2015. 176 páginas.
           
William Maxwell (Lincoln, Illinois, 1908 – Nueva York, 2000) fue un magnífico escritor y editor estadounidense que todavía no es demasiado conocido en nuestro país. Autor de media docena de novelas, algunos cuentos y relatos y unas memorias personales, Maxwell trabajó durante más de cuarenta años como editor de la revista The New Yorker y conoció y orientó a muchos de los grandes escritores estadounidenses del siglo XX. Entre otros, a Nabokov, Updike, Salinger o Cheever. “Adiós, hasta mañana”, publicada en Estados Unidos en 1980, es unánimemente considerada como su mejor novela y ganó el prestigioso American Book Award de aquel año. En España fue traducida en 1998 en una edición de Siruela y, coincidiendo con el centenario del escritor en 2008, publicada por Libros del Asteroide, que en los años anteriores había editado sus novelas “Vinieron como golondrinas”, de corte autobiográfico, y “La hoja plegada”. Esta misma editorial, con acertado criterio, ha reeditado en nuestro país “Adiós, hasta mañana”, con la misma traducción de Gabriela Bustelo.

“Adiós, hasta mañana” transcurre principalmente en dos granjas de las afueras de la pequeña población de Lincoln, en el estado de Illinois.  En los años 20 del pasado siglo, un granjero es asesinado por su vecino, que se suicida tras cometer el crimen. Se trata de un asunto pasional, pues los protagonistas del suceso, amigos íntimos hasta no hace mucho, se han enemistado porque uno se ha enamorado y mantiene relaciones con la mujer del otro. Este podría ser el arranque de una novela negra o de un relato romántico, pero “Adiós, hasta mañana” no es, en exclusiva, ninguna de ambas cosas. El narrador, en primera persona, es alguien que en el momento del crimen era un niño que acababa de establecer amistad con el hijo del granjero asesino. Y es muchos años después, al recordar que tras el crimen se distanció de su amigo y no estuvo a su lado cuando este más podía necesitarlo, cuando el narrador se pone a intentar escribir la historia de aquel crimen. Es el arrepentimiento y el sentimiento de culpa lo que lo lleva a volver sobre el caso muchos años más tarde e intentar reconstruirlo. Para esa reconstrucción, que constituye la base de la novela, recurre a las hemerotecas y a sus recuerdos, y rellena con ficción verosímil de cosecha propia los vacíos que le faltan. Porque, al fin y al cabo, lo que solemos atribuir a la memoria suele ser una forma de narración que se va desarrollando en la mente y que con frecuencia se transforma y cambia al ser contada. Por eso, cuando hablamos del pasado en realidad mentimos casi siempre en mayor o menor grado.
            
Con elipsis narrativas y saltos en el tiempo, en la novela encontramos magníficamente contadas las historias de los dos granjeros, con la génesis y las causas del conflicto que las enfrentó y las consecuencias que tuvo para sus respectivas familias. A ello se añaden algunas espléndidas páginas dedicadas a la vida del narrador que parecen en buena medida autobiográficas del autor del libro, sobre todo por el hecho de que ambos perdieron a su madre por enfermedad cuando eran niños. La infancia, la memoria, los enamoramientos pasionales y los derrumbes que en este caso propician, o la vida en las granjas de la América rural de las primeras décadas del pasado siglo, son algunos de los temas que aparecen magistralmente pasados por el tamiz literario de un escritor que posiblemente merezca un lugar preeminente en la literatura norteamericana contemporánea.

Carlos Bravo Suárez


domingo, 6 de diciembre de 2015

LA LEY DEL MENOR

                                                 

“La ley del menor”. Ian McEwan. Anagrama. 2015. Traducción de Jaime Zulaika. 216 páginas.
            
Con una larga carrera literaria y numerosos premios en su haber, Ian McEwan (Aldershot, Reino Unido, 1948) es uno de los escritores europeos actuales más destacados y conocidos y posiblemente el mejor de los escritores británicos vivos. En las últimas décadas, Anagrama ha publicado en España sus dos libros de relatos, “Primer amor, últimos ritos” y “Entre las sábanas”, y las novelas “El placer del viajero”, “Niños en el tiempo”, “En las nubes”, “El inocente”, “Los perros negros”, “Amor perdurable”. “Ámsterdam”, “Expiación”. “Sábado”, “Chesil Beach”, “Solar” y “Operación Dulce”. En la misma editorial, y con la buena traducción habitual de Jaime Zulaika, acaba de aparecer en nuestro país su última novela “La ley del menor”.
            
Con los años, Ian McEwan tal vez ha perdido algo de la intención provocadora de sus inicios, pero ha ganado en contención y elegancia. Con un estilo austero que huye de las florituras léxicas, aunque puede detenerse hasta el detalle en algunas descripciones del trabajo en la judicatura o de un concierto musical, el ya casi septuagenario autor británico ha publicado una hermosa novela, llena de concisión y sensibilidad. La protagonista de “La ley del menor” es Fiona Maye, importante jueza del Tribunal Superior británico especializada en derecho de familia, una mujer cercana a los sesenta años totalmente entregada a su trabajo, al que ha sacrificado su maternidad y en los últimos años también su relación de pareja. Ahora, de manera sorprendente e inesperada, su marido acaba de pedirle compatibilizar su matrimonio con una aventura más pasional con una amante más joven. En esa situación de crisis personal, Fiona debe juzgar el caso de Adam Henry, un chico que aún no ha cumplido los 18 años que padece una grave enfermedad. Tanto él como sus padres son testigos de Jehová y rechazan la posibilidad de una transfusión de sangre que los médicos estiman vital para salvar la vida del muchacho. Al ser aún menor de edad, Fiona debe decidir sobre la cuestión, aplicando la ley del menor que aboga por la prioridad de la defensa del bienestar del menor ante cualquier duda o dilema. Además de juzgar su caso, la estricta y encorsetada jueza conocerá a Adam y descubrirá en él a un joven sensible y atractivo, amante de la poesía y de la música, que introducirá en su vida una nueva presencia inquietante e inesperada.
           
“La ley del menor” es una novela de corte clásico. Algún crítico ha dicho que con ella McEwan ha pasado de una estética narrativa del siglo XXI, presente en muchas de sus novelas anteriores, a inspirarse ahora, aunque tal vez con una mayor economía de lenguaje, en la estética narrativa de los grandes novelistas del XIX. A pesar de su aparente simplicidad y de la poca acción física del relato, subyacen en él numerosos conflictos del presente: los nuevos problemas jurídicos que el multiculturalismo y sus diversas religiones plantean en las sociedades europeas modernas, el cansancio y el aburrimiento en las relaciones matrimoniales prolongadas, la frecuente necesidad de nuevas experiencias antes del declive físico y sexual y la diferente manera de afrontarlo en los hombre y las mujeres, el choque entre la necesaria defensa de la vida y los preceptos que defienden algunas religiones, entrte la fe y la legalidad, la diferente valoración social de la diferencia de edad en las relaciones de pareja según los sexos…
            
Todo depende de gustos y preferencias, pero ojalá Ian McEwan siga por la línea narrativa que parece inaugurar con “La ley del menor”. Una novela espléndida que deja en el lector un inmejorable sabor de boca.

Carlos Bravo Suárez

domingo, 29 de noviembre de 2015

LOS JUGADORES

                                              


“Los jugadores”. Carlos Fortea. Nocturna Ediciones. 2015. 287 páginas.
           
Carlos Fortea (Madrid, 1963) es profesor en la Universidad de Salamanca. Tiene una brillante trayectoria como traductor de más de cien obras, entre las que destacan libros de escritores como Thomas Berhard, Günter Grass, Stefan Zweig, Alfred Döblin, E.T.A. Hoffmann y Eduard von Keyserling. Como escritor, es autor de las novelas juveniles “Impresión bajo sospecha” (Anaya, 2009), “El diablo en Madrid” (Anaya, 2012) y “El comendador de las sombras” (Edebé, 2013). En el pasado mes de octubre, Nocturna Editorial publicó “Los jugadores”, su primera novela para adultos.
            
“Los jugadores” está ambientada en París, en 1919, durante la Conferencia de Paz que se celebró en la capital francesa al término de la Primera Guerra Mundial y que culminó con la firma del Tratado de Versalles. Se trata de un relato coral, narrado en tercera persona y protagonizado por una serie de personajes que coinciden en la ciudad gala con motivo de la citada conferencia internacional en la que, tras el armisticio de 1918, los países vencedores se reúnen para imponer sanciones a los vencidos y establecer un nuevo orden europeo y mundial. En la novela encontramos algunos personajes reales, como el presidente estadounidense Thomas Wilson, el francés Georges Clemenceau, el primer ministro británico Lloyd George o importantes representantes de la delegación inglesa como Winston Churchill y el economista J. M. Keynes. Pero, además, otros personajes están pendientes de ese encuentro: algunos rusos blancos o mencheviques exiliados en París tras la Revolución Rusa de 1917, un fanático bolchevique que se infiltra en sus filas para espiarlos, un joven congresista estadounidense asesor del presidente Wilson, un derrotado y humillado coronel de ulanos del extinto imperio austrohúngaro, una representante de la Cruz Roja internacional e, incluso, a pesar de la no participación de España en el conflicto, varios ciudadanos de nuestro país. Una destacada periodista apodada “Carta Blanca”, otro extraño y enigmático reportero que trabaja por libre y envía informes confidenciales al gobierno español, y un especulador con su amante que ha hecho grandes negocios durante la guerra y ahora ve peligrar sus beneficios por los cambios que conlleva el nuevo orden mundial.
            
Para dar algo más de intriga e interés al relato, varios agentes extranjeros, vinculados a las delegaciones de los países presentes en la conferencia, aparecen misteriosamente asesinados. Será el comisario Retier, de la policía parisina, quien inicie la investigación para desentrañar las causas de esas extrañas muertes. Por otro lado, en la novela se muestra, con bastante claridad y habilidad narrativa, el juego de intereses políticos, geoestratégicos y económicos que mueven a los participantes en la conferencia, y que configuran la nueva situación mundial que se va a establecer en Europa y en el mundo tras la firma del Tratado de Versalles.
           
Estructurada en secuencias cortas que se suceden saltando de un personaje a otro, y escrita con un lenguaje cuidado, rico y literario, “Los jugadores” es una muy recomendable novela que, alejándose de las fórmulas que buscan el éxito por encima de cualquier otra cosa, consigue hilvanar una atractiva narración coral que, sobre un fondo histórico bien documentado, se proyecta al futuro y muestra los juegos de intereses que siguen presidiendo en la actualidad las siempre difíciles y complejas relaciones internacionales.

Carlos Bravo Suárez

domingo, 22 de noviembre de 2015

VENTE A CASA

         
                               
“Vente a casa”. Jordi Nopca. Libros del Asteroide. 2015. 240 páginas.

Jordi Nopca (Barcelona, 1983) es periodista y licenciado en Teoría de la Literatura. Ha trabajado en diversos medios de comunicación y en 2012 publicó en catalán la novela “El talent”. En esa misma lengua fue publicado el pasado año el libro de cuentos “Puja a casa”, con el que Nopca ganó el prestigioso premio Documenta, que se concede en la ciudad condal a la mejor obra literaria publicada en catalán por un autor menor de 35 años. El propio escritor ha traducido su libro al castellano con el título de “Vente a casa”, publicado recientemente por Libros del Asteroide.
            
“Vente a casa” contiene una decena de cuentos ambientados en la Barcelona del siglo XXI. Sus protagonistas son en su mayor parte jóvenes, en torno a los treinta años, que sufren en sus carnes la crisis económica y viven situaciones de paro y precariedad laboral que repercuten directamente en sus relaciones de pareja, también inevitablemente inestables y precarias. Muchos de ellos son cultos y formados, pero víctimas de la crisis económica imperante en estos tiempos. Otros personajes de mayor edad, golpeados por la desgracia o gravemente enfermos en algún hospital de la ciudad, aparecen en el libro con un papel más secundario. En la misma línea literaria, aunque con personalidad y características propias, que otros autores catalanes de relatos como Quim Monzó o Sergi Pàmies, los cuentos de Jordi Nopca navegan entre el realismo sucio y las situaciones absurdas, entre la crudeza más dura y la ironía y el humor más disparatados.
            
En “No te vayas”, una joven, que ha estudiado Arte y trabaja en una tienda de ropa del Bulevard Rosa del paseo de Gracia, conoce a un joven que la pretende, pero el antiguo novio de la chica acaba interfiriendo violentamente en la relación. “Anillo de compromiso” insiste en la precariedad de las relaciones sentimentales y en el triunfo de la fatalidad. En “La pantera de Oklahoma”, vemos las malas relaciones de un escritor con su traductor y la conversión en personaje literario de una mujer norteamericana que aparece casi casualmente entre ambos. “Àngels Quintana y Félix Palme tienen problemas” nos presenta a una pareja expulsada por la crisis a la periferia de Barcelona –descrita barrio a barrio en el inicio del relato– y víctima de la precariedad laboral y el alcoholismo de uno de ellos. Disparatado, angustioso y por momentos surrealista resulta “Un hombre con futuro”, sobre un personaje que ha perdido las llaves de su piso. Otra pareja –Joan y Marina–, culta y cinéfila, protagoniza “Cine de autor”, con un final de corte escatológico. Magnifico relato es “Navaja suiza”, sobre otra pareja que se documenta a fondo antes de sus viajes de vacaciones y que constituye un verdadero catálogo de escritores suizos, uno de los cuales (Peter Stamm) acaba formando parte real del sorprendente y truculento final de la relación de los dos viajeros. En “Nos tenemos el uno al otro” encontramos a otra pareja con problemas laborales a los que buscan un extraño remedio. Espléndida narración es “Las vecinas”, sobre una pareja de jóvenes chinos que alquila el bar de la Filmoteca de Sarriá y una alcohólica y enigmática mujer que aparece con frecuencia en su local. “Velas y túnicas” trata sobre un jubilado que se empeña en aprender a tocar el saxo y unos extraños vecinos que parecen practicar espiritismo.
            
Cuentos escritos con fluidez y ritmo, que intentan atrapar entre sus páginas la mezcla de precariedad y absurdo que preside las vidas de unos personajes urbanos desorientados por las urgencias de un presente incierto.

Carlos Bravo Suárez


lunes, 16 de noviembre de 2015

CONTRA LA BARBARIE


Me he despertado con la noticia del horror de anoche en París. Todos, salvo los fanáticos deshumanizados que han perdido la razón, condenamos y estamos entristecidos por estos actos de barbarie salvaje. Los valores de nuestra civilización europea, nuestras democracias, que emanan de los principios de la Ilustración, pueden ser siempre mejorables y perfeccionados; pero, hay que decirlo sin vacilación ni duda alguna, son valores superiores a los que, en nombre de falsas pretensiones religiosas, defienden quienes quieren devolvernos a estados pasados y afortunadamente ya superados hace tiempo por nuestra civilización occidental. Unidos en la tristeza y la repulsa, debemos luchar juntos contra cualquier intento que pretenda hacernos retroceder al fanatismo irracional y a la barbarie más inaceptable y espantosa.

Carta publicada ayer en los diarios El Mundo, La Vanguardia, Heraldo de Aragón y Diario del Alto Aragón.

domingo, 15 de noviembre de 2015

APRENDER DE LOS GATOS



“Lo que aprendemos de los gatos”. Paloma Díaz-Mas. Anagrama. 2014. 128 páginas.
          
Nunca he tenido gatos ni conozco por experiencia personal los hábitos domésticos de estos animales. Sin embargo, he leído con bastante deleite el libro que Paloma Díaz-Mas (Madrid, 1954) ha dedicado a estos pequeños felinos. La escritora madrileña, profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y durante dieciocho años profesora de literatura en la Universidad del País Vasco, ha publicado importantes trabajos sobre la literatura medieval y el romancero, la colección de cuentos “Nuestro milenio”, los relatos autobiográficos “Una ciudad llamada Eugenio” y “Como un libro cerrado” y novelas como “El rapto del Santo Grial”, “El sueño de Venecia” o “La tierra fértil”. Su último libro, editado por Anagrama el pasado año, es una deliciosa obrita sobre gatos que, además de permitirnos aprender de y sobre ellos, constituye un brillante divertimento literario.
            
“Lo que aprendemos de los gatos” está dividido en dos partes, tituladas “Un gato” y “Dos gatos”. En la primera, la protagonista es la gata “Tris-Tras, muerta cuatro meses antes de escribirse el libro; la segunda está protagonizada por el gato “Tris” y la gata “Tras”, recogidos por la escritora de una protectora de animales y por lo tanto con un etapa anterior de más que probable mala vida. En la primera parte, en tono melancólico por su reciente desaparición, se cuentan los hábitos domésticos de “Tris-Tras” y se contraponen las cualidades y aptitudes de los gatos con algunos defectos de los humanos. Sobre todo, con el de la Razón, entendida como “pensamiento”, un lastre de los seres humanos que, siempre pendientes del peso del pasado o de los deseos y proyectos del futuro, no sabemos disfrutar del presente. Así lo ve el gato: “Los seres humanos -piensa el gato- padecen una enfermedad congénita que se llama Razón [...] La manía de planificar el futuro, de imaginar lo que pasará (que tal vez no pase nunca), lo que provoca a los humanos un serio déficit de atención con respecto al presente; pensando en lo que vendrá y tal vez no venga, los humanos adultos acaban siendo incapaces de percibir lo que tienen alrededor. Están siempre anticipándose o recordando, pero no prestan ninguna atención al presente. Van por la vida como sonámbulos, absortos en sus propios pensamientos y aislados de la realidad.”
           
Una idea que se repite en la primera parte del libro, y que incluso se ilustra con la transcripción de un largo cuento narrado en los zocos de las ciudades del Norte de África, es que en realidad no es el hombre quien domestica al gato sino al revés. “De todos los animales domésticos, es el gato el único que no ha sido domesticado por el hombre. No porque siga siendo salvaje (aunque a veces lo parezca) ni porque no sea capaz de convivir con los humanos, sino porque no fueron los seres humanos los que domesticaron al gato, más bien fue el gato el que se domesticó a sí mismo. En otros casos, los humanos tomaron cachorros de otras especies, los acostumbraron a vivir en su entorno o los sometieron y doblegaron; pero el gato decidió él solo mudarse a vivir a las casas de los humanos. Por eso los gatos no tienen amo y la convivencia con ellos es siempre producto de un pacto, de una negociación, no de una dominación (si acaso, son los gatos los que dominan a los seres humanos, esos animales enormes y, no obstante, bastante dóciles.”
           
En “Lo que aprendemos de los gatos” hay una minuciosa y a veces casi demasiado prolija descripción de las costumbres y comportamientos de los tres pequeños felinos protagonistas, arquetipos -se supone- del conjunto de todos ellos. Y, aun a riesgo de abusar de las citas en la presente reseña, no puedo evitar terminarla, casi como resumen, con otra tomada del final de esa pequeña obra sobre gatos que Paloma Díaz-Mas ha escrito con auténtico mimo literario: “Los gatos son inasequibles a la angustia. Su miedo dura sólo un momento: el momento en que se produce. El nuestro se prolonga en el tiempo, se arrastra en recuerdos y se proyecta hacia un futuro desconocido e imprevisible. Mientras, acomodados en su sillón favorito, los gatos se atusan mutuamente con largos lengüetazos rosados."

Carlos Bravo Suarez

lunes, 9 de noviembre de 2015

DE SARAVILLO A LAFORTUNADA POR EL GR-15










El Centro Excursionista de la Ribagorza con sede en Graus ha programado  para el domingo 15 de noviembre una nueva excursión que se inscribe dentro de la iniciativa “Aragón a pie por GR”, auspiciada por la FAM. En este caso, se trata de una actividad ya clásica que el club organiza cada año en estas fechas otoñales y que consiste en una excursión matinal y una posterior comida en un restaurante próximo al itinerario elegido. Antes de la comida de hermandad que se celebrará esta vez en un restaurante de Laspuña, los participantes recorreremos en alrededor de cuatro horas, a ritmo muy tranquilo y con algunas paradas, los aproximadamente diez kilómetros del tramo sobrarbense del GR-15 que une las localidades de Saravillo y Lafortunada, denominado tradicionalmente camino de Mataire.

Tras el desplazamiento desde Graus en autobús, iniciaremos nuestra excursión en el núcleo de Saravillo (984 m.), población situada en la margen izquierda del río Cinqueta y de la que fue párroco el famoso mosén Bruno Fierro, que tiene dedicado un pequeño museo en el lugar. Casi desde el centro de su casco urbano, tomaremos una de sus empinadas calles para salir de él y ascender en dirección al collado de San Miguel (1.266 m.) y la Collata Mataire (1.348 m.), puntos más elevados de nuestro recorrido. En este tramo de subida, el sendero cruza un par de veces una pista y transita, en algunos momentos sobre piso empedrado, por un espeso bosque de bojes y pinos.

Siguiendo las marcas rojiblancas alcanzaremos en alrededor de una hora el citado collado de San Miguel que, situado entre la robusta Punta Llerga y la más modesta Peña de San Miguel, constituye una espléndida atalaya con magníficas vistas sobre el valle del río Cinqueta. Entre pinos, y por terreno casi llano, llegaremos en pocos minutos a la collata Mataire, donde una pista a la derecha, ya fuera del camino marcado, nos conduce en cinco minutos a un pequeño claro del bosque donde se encuentra el refugio de Peguera (1.330 m.), lugar ideal para reponer fuerzas tras la subida.

De regreso al GR, iniciaremos la bajada dejando a nuestra izquierda las bordas de Mataire, una de las cuales ha sido convertida en un refugio para cazadores. Desde aquí, y ya en la vertiente del Cinca, el sendero discurre en suave descenso por la margen izquierda de este río, a considerable altura de su cauce, que veremos bastante abajo junto a la carretera. Siempre por bosque de pinos y hermosos ejemplares de robles, transitaremos por un sendero cómodo, salvo algunos taludes que, si ha llovido recientemente, pueden acumular piedras arrastradas por las torrenteras que hagan algo más incómodo su paso.

Tras cruzar un barranco, pasaremos por debajo de los enormes tubos de la central de Lafortunada y llegaremos a Badaín, un pequeño pueblo en el que destaca su imponente iglesia parroquial, situada exenta de su escaso pero bien cuidado caserío. Menos de un kilómetro y un puente sobre el río Cinca nos separan de Lafortunada (713 m.), donde terminaremos nuestro recorrido.

Datos útiles

Organiza: Centro Excursionista de la Ribagorza de Graus.
Distancia: 9,7 Km.
Duración: 3,30 horas.
Desnivel+: 430 m.
Desnivel-: 730 m.
Fecha y lugar de salida: Domingo, 15 de noviembre, 7.30 h. Glorieta Joaquín Costa de Graus. Desplazamiento en autobús.
Inicio de la excursión: 9.00 h. aprox.
Precio: Socios CER 16€; no socios 19€. Seguro de excursión obligatorio para los no federados: 2,5€. Comida en Laspuña: 15€. El pago puede efectuarse en el autobús al inicio de la excursión.
Inscripción: E-mail centro.excursionista.ribagorza@hotmail.com o teléfonos 696 86 73 42 (Carlos) o 667 20 97 74 (Ana). Plazo máximo: jueves 12 de noviembre a las 21 h.

Carlos Bravo Suárez
Centro Excursionista de la Ribagorza

Artículo publicado en el suplemento "Aragón, un país de montañas", de Heraldo de Aragón, el jueves 5 de noviembre de 2015



domingo, 8 de noviembre de 2015

EL REINO

                                                       
“El Reino”. Emmanuel Carrère. Anagrama. Traducción de Jaime Zulaika. 2015. 520 páginas.
            
Emmanuel Carrère (París, 1957) es una de la figuras más destacadas de la literatura francesa actual. Escritor, guionista y director de cine, Carrère ha publicado en Francia una decena de novelas, las últimas de las cuales (“El adversario”, “Una novela rusa”, “De vidas ajenas” y “Limónov”) han sido editadas en nuestro país por Anagrama. En la misma editorial acaba de aparecer “El Reino”, una aproximación personal y diferente al Nuevo Testamento y a los primeros tiempos del cristianismo.
            
El cristianismo, además de una doctrina, una moral o unas pautas de comportamiento, es también un relato, una historia, una construcción literaria. En “El Reino”, Emmanuel Carrère se acerca a dos de los principales relatos del cristianismo primigenio: “El Nuevo Testamento” y “Los Hechos de los Apóstoles”. Y, de ellos, Carrère deduce que, entre otras cosas, el cristianismo contiene una historia magnífica y extraña, en muchos aspectos fantasiosa, incomprensible, casi de ciencia ficción. Sin embargo, constituye un gran interrogante cómo una religión con elementos tan extraños e inverosímiles tiene aún hoy en todo el mundo tantos millones de creyentes y seguidores. Examinar ese fenómeno tan increíblemente extraño es uno de los objetivos de “El Reino”.
           
En una mezcla de autobiografía, ensayo y literatura de ficción, Carrère acude a las fuentes bíblicas, a los exégetas y a los estudios históricos para, con un enfoque que bascula entre lo personal y lo objetivo, trazar un retrato de los dos principales impulsores y difusores de aquel cristianismo originario: la figura clave, apasionada, arrolladora y contradictoria de Pablo de Tarso y el más tibio e intelectual evangelista Lucas. Ninguno de los dos conoció sin embargo a Jesucristo, pero ambos pusieron los sólidos cimientos del gran edificio que se empezó a construir entonces. Sólo al final del libro hay algunas referencias a los evangelios de Juan y Marcos; mientras que en algunos momentos es Santiago, hermano de Jesús, quien adquiere algo más de protagonismo.
            
Antes, en la primera parte de la novela y de manera autobiográfica, Carrère recuerda su época de creyente cristiano, veinte años atrás, en un momento de crisis, desasosiego e incertidumbre personal. Desde el presente, y para enlazar con la redacción de su nueva novela, el escritor francés desempolva los diarios que escribió en su juventud y que tenía ya olvidados en el fondo de un baúl. Una frase de Mark Twain, citada en el libro, puede servir para resumir aquel periodo: “La fe es creer en algo que sabemos que no es verdad”. El propio Carrère, pasado aquel tiempo y ya declaradamente agnóstico, escribe aproximadamente a mitad de “El Reino”: “No, no creo que Jesús haya resucitado. No creo que un hombre haya vuelto de entre los muertos. Pero que alguien lo crea, y haberlo creído yo mismo, me intriga, me fascina, me perturba, me trastorna: no sé qué verbo es más apropiado. Escribo este libro para no imaginarme que sé mucho más, sin creerlo ya, que los que lo creen, y que yo mismo cuando lo creía. Escribo este libro para no abundar en mi punto de vista”.
            
A la hora de aproximarse al cristianismo y sus orígenes, Carrère descarta los extremos y evita caer tanto en aquella fe ciega de su juventud como en el rechazo completo, según el cual todo el relato del cristianismo consiste en una sarta de exageraciones y fantasías inventadas. Con un estilo sencillo y sobrio, que pretende estar en consonancia con una intención literaria sincera y honesta, Carrère logra construir un libro diferente y personal, que arranca de su propia experiencia y donde tienen cabida desde sus fantasías pornográficas a través de internet hasta la comparación de algunas intrigas del primer cristianismo con las de los primeros comunistas rusos.
            
Otros escritores (Saramago, Martín Garzo, Menéndez Salmón o, ahora mismo, Amos Oz con su novela “Judas”) han buscado inspiración literaria en los textos sagrados del cristianismo. Con “El Reino”, Emmanuel Carrère ha creado un texto misceláneo y personal enormemente completo y decididamente sobresaliente.

Carlos Bravo Suárez       


domingo, 1 de noviembre de 2015

LOS CABALLEROS DE LA MESA REDONDA

                           

“Los caballeros de la Mesa Redonda”. Editorial Teide. 2012. 208 páginas.

Voy a reseñar hoy aquí un libro dirigido a jóvenes lectores. Se trata de “Los caballeros de la Mesa Redonda”, publicado por la Editorial Teide, dentro de su Biblioteca Teide, una colección que acoge principalmente adaptaciones de obras clásicas de la literatura española y universal para facilitar el acceso a las mismas de los lectores más jóvenes. Este tratamiento, tal vez más discutible en otros casos, tiene total sentido en la obra que nos ocupa, pues “Los caballeros de la Mesa Redonda” es una selección en forma de novela de los muchos textos y versiones, en muchos casos de carácter anónimo, que componen el extenso corpus del llamado ciclo artúrico. Esta serie de relatos hunde sus raíces en el folclore y la mitología celta y se desarrolla con las numerosas aportaciones e influencias recibidas durante la Edad Media.

La versión de la Biblioteca Teide que aquí reseñamos se inicia con una didáctica introducción a cargo de J. R. López García y se cierre con una guía de lectura y unas propuestas de trabajo a cargo del mismo autor. La edición contiene también diversas ilustraciones a color de varios ilustradores de Isis Art Studio y Chromic Studio y numerosas notas a pie de página. Muy útil resulta al lector el apéndice en el que se ordenan alfabéticamente, con una pequeña explicación para cada uno de ellos, todos los personajes –que no son pocos– relacionados con el ciclo artúrico que aparecen en la narración.

El libro se estructura en cuatro partes que pretenden, en la medida de lo posible, establecer un orden cronológico en el relato. En la parte inicial, titulada “La leyenda de Merlín”, se narran los orígenes y poderes de este famoso mago y su relación con el nacimiento de Arturo y su proclamación como rey tras haber logrado arrancar la espada Excalibur de la piedra en la que estaba clavada. En “La leyenda de Lanzarote”, es este caballero de misteriosa procedencia quien toma el protagonismo con el relato de sus hazañas y el irresistible enamoramiento que vive con la reina Ginebra y que le acabará enfrentando con su rey, a quien tanto venera como leal vasallo. Más corta es la tercera parte, titulada “La búsqueda del Santo Grial”, en la que se relata principalmente la búsqueda del cáliz sagrado por parte de algunos de los principales caballeros de la corte del rey Arturo, con Galaz, el caballero sin tacha, a la cabeza. “La muerte del rey Arturo” constituye la última parte y supone el final del periodo de aventuras y el desenlace del libro.

El ciclo artúrico aquí resumido reúne todos los ingredientes de esta interesante e influyente colección de relatos y leyendas: el ideal caballeresco medieval, la continua presencia de la magia y los encantamientos, la búsqueda del Santo Grial como camino de perfección personal y espiritual, la fuerza irracional del amor que se sitúa incluso por encima del juramento de vasallaje y de la inquebrantable obligación matrimonial. Tanto los reyes Arturo y Ginebra como los magos Merlín  y Viviana o los caballeros Lanzarote del Lago, Galaz, Galván o Perceval encarnan las virtudes modélicas de sus respectivos oficios; pero son a la vez personajes de carne y hueso, sometidos a las pasiones humanas del amor, los celos o los deseos de venganza y a los sucesivos vaivenes de la fortuna.

Los caballeros de la mesa redonda y la vieja saga artúrica han pervivido en la cultura de nuestros días y es manifiesta su presencia e influencia reciente en la moderna literatura fantástica, la iconografía o el cine. El libro aquí reseñado es una buena manera de facilitar a los jóvenes lectores su iniciación en este mágico mundo de leyendas y aventuras.

Carlos Bravo Suárez
        

domingo, 25 de octubre de 2015

EL CUERPO DEL DELITO

                              

                                           
             “El cuerpo del delito”. Varios autores. 2015. 296 páginas.

Con la exquisitez y buen gusto a que nos tiene acostumbrados, la editorial Siruela ha reunido en “El cuerpo del delito” trece relatos policiacos clásicos escritos entre la segunda mitad del siglo XIX y las dos primeras décadas del XX. La selección, prólogo, traducción y notas han corrido a cargo de Juan Antonio Molina Foix, quien destaca especialmente en una brillante introducción con un amplio y muy erudito recorrido por la historia del género policiaco, desde sus antecedentes más antiguos hasta su plasmación moderna en la literatura anglosajona decimonónica, que se cierra con una completísima relación bibliográfica.

El propio J. A. Molina Foix indica los criterios seguidos en su selección: “Esta antología no pretende ser exhaustiva por razones obvias de espacio, pero si al menos representativa del género policiaco en sus numerosas variantes, desde sus prolegómenos y fundación hasta los años veinte del siglo pasado, punto de inflexión que marcó el nacimiento de la llamada novela negra, en la que la solución del enigma ya no constituye la única razón de ser del texto y el personaje central, el investigador aficionado que trata de desentrañarlo, va desapareciendo en provecho del profesional, sea policía o detective privado, que incluso a veces se ve reemplazado por un periodista cuando no por un criminal o un gangster”.

Ordenados cronológicamente según la fecha de su edición, los trece espléndidos relatos que componen “El cuerpo del delito” aparecen firmados por autores tan sobresalientes como Edgar Allan Poe, Carles Dickens, Wilkie Collins, Mark Twain, Oscar Wilde, Arthur Conan Doyle, Jack London y G.K. Chesterton; a los que acompañan otros tal vez no tan conocidos del gran público, pero también literariamente destacados, como Nathaniel Hawthorne, la Baronesa Orczy, Maurice Leblanc, Jacques Futrelle y Richard Austin Freeman. Desde luego, dentro de una amplia variedad y originalidad de enfoques, todos los textos muestran una alta calidad literaria y constituyen sin excepción pequeñas joyas del relato policiaco más clásico. Un verdadero deleite para el lector del género.

“La catástrofe de Mr. Higginbotham”, de Nathaniel Hawthorne, está protagonizado por un chismoso vendedor ambulante de tabaco que extiende, modificándola a su gusto y con antelación, la noticia de un asesinato en el que acabará viéndose envuelto. De Edgar Allan Poe se ha seleccionado el relato “Tú eres el hombre” que, aunque no figura entre los más conocidos de los suyos, destaca por la presencia de las pistas falsas y por el hecho de que el culpable sea el personaje menos esperado. De Charles Dickens, gran conocedor de los bajos fondos y los mundos del hampa, se han elegido “Tres anécdotas de detectives”, ingeniosas y divertidas. Una delicia supone la lectura de “Cazador cazado”, del maestro Wilkie Collins, con la presencia de un presuntuoso y ridículo investigador recomendado a dedo por sus superiores. “El robo del elefante blanco”, de Mark Twain, es una divertida y cómica parodia del mito del detective. El sentido del humor y la ironía predominan también en el “El crimen de Lord Arthur Savile”, una ácida sátira de la sociedad victoriana, tan característica en Oscar Wilde. No podía faltar un relato, en este caso el no muy conocido “La banda moteada”, en el que el Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle muestra su brillante ingenio y su prodigiosa capacidad deductiva. Entre la alta sociedad y el juego se mueve el relato de la Baronesa Orczy, titulado “Asesinato en Regent’s Park”. Jack London frecuentó poco el género policiaco, pero está a la altura con “La historia del hombre leopardo”, una breve narración de celos y domadores donde aparece un inusitado método de asesinato. “El arresto de Arsène Lupin”, de Maurice Leblanc, está narrado desde un sorprendente enfoque y protagonizado por el famoso ladrón de guante blanco. En “El problema de la celda número trece”, de Jacques Futrelle, el profesor Van Dusen, conocido como La Máquina Pensante, va a poner a prueba su prodigiosa inteligencia. Métodos exclusivamente científicos y muy detallistas utiliza el brillante detective Dr. Thorndyke en “La lentejuela azul”, de Richard Austin Freeman. La antología se cierra con “Pasos sospechosos”, de G. K. Chesterton, protagonizado por el famoso Padre Brown, que una vez más no revela el nombre del delincuente al que descubre.

            Trece deliciosos relatos policiacos clásicos que, aunque escritos en su mayoría hace más de cien años, tienen la cualidad de no pasar nunca de moda.

Carlos Bravo Suárez

domingo, 18 de octubre de 2015

MONASTERIO

                                             

“Monasterio”. Eduardo Halfon. Libros del Asteroide. 2014. 122 páginas.
            
Eduardo Halfon (Ciudad de Guatemala, 1971) es uno de los más destacados escritores latinoamericanos actuales. También uno de los que tienen una biografía más llamativa y peculiar. Descendiente de judíos libaneses y polacos, nació en Guatemala, estudió ingeniería industrial en Estados Unidos, fue catedrático de literatura en su país natal y, en lengua española, ha publicado casi una docena de libros, algunos de los cuales han recibido premios literarios en nuestro país, donde residió algún tiempo hace unos años.  Fue la valenciana editorial Pretextos la que dio a conocer aquí su obra, publicando “El boxeador polaco” (2008), “La pirueta” (2010), “Mañana nunca lo hablamos” (2011) y “Elocuencias de un tartamudo” (2012). Libros del Asteroide, que tomó el relevo el pasado año con la publicación de la novela “Monasterio”, acaba de editar muy recientemente el libro de cuentos “Signor Hoffman” (2015).
            
“Monasterio” es una novela corta en la que, como en otros libros de Halfon, se mezclan lo autobiográfico y la ficción. En este caso, el narrador –en primera persona y claro alter ego del autor pues también se llama Eduardo– viaja con su hermano desde Guatemala hasta Israel para asistir a la boda de una hermana más joven que va a casarse en Jerusalén. Tanto ella como su novio, que proceden de Brooklyn, son fanáticos practicantes del judaísmo más ultraortodoxo. Casualmente, en el aeropuerto, Eduardo se encuentra con una sensual y atractiva azafata a la que había conocido en un bar de Guatemala cuando ella era soldado israelí y viajaba durante unas vacaciones por el país centroamericano. Por otro lado, para completar el mosaico temporal y espacial del relato, el narrador recuerda también la muerte de su abuelo, tras la cual viajó a Polonia para visitar la casa de Varsovia en la que había residido su antepasado.
           
Eduardo, que se declara judío sólo a veces, pronto se cansa de los novios y de su viaje por el Jerusalén más ortodoxo. En una de las visitas previas a la boda, al ver a un rabino cubierto hasta casi la asfixia por un montón de “talit” o mantos sagrados del judaísmo, el autor concluye que “lo que debería salvarle lo estaba ahogando”. No duda pues en abandonar ese mundo cerrado y asfixiante de la ortodoxia religiosa para centrarse en Tamara y su belleza. Con ella viaja por Israel, se incomoda en parte con algunos aspectos de la sociedad de aquel país y vive en las playas del Mar Muerto momentos de intenso erotismo con la hermosa, seductora y desinhibida azafata.
            
Escrita a modo de diario, con saltos al pasado y a los recuerdos que  provoca el presente, y con un lenguaje a veces poético y siempre musical, “Monasterio” es una novela sugerente y hermosa donde se mezclan diferentes momentos, reflexiones y secuencias  y donde no sólo el judaísmo y su carga histórica y familiar están presentes. Como ha explicado el propio Halfon, su literatura “es una búsqueda de raíces, de comprender la identidad, mi identidad”. Pero, está claro que esa identidad no es nunca una esencia sacrosanta e inalterable, sino la búsqueda inagotable de uno mismo. Así lo vive el propio escritor con su alter ego narrativo cuando, ante el enfrentamiento árabe-israelí, reivindica la suma de identidades, pues él mismo tiene antepasados que fueron a la vez árabes y judíos. Por eso nos parece tan atractiva esa parte final del libro donde se relatan diversos casos en los que, disfraz sobre disfraz, la mitificada identidad queda veladamente oculta en aras de la supervivencia.

Monasterio” es el penúltimo de los libros de Eduardo Halfon publicados en nuestro país. Espero no tardar mucho en leer “Signor Hoffman”, su más reciente libro de cuentos. Y disfrutarlo tanto como he disfrutado con la lectura de “Monasterio”.

Carlos Bravo Suárez

domingo, 11 de octubre de 2015

EL MAL CAMINO

        
                                       
              “El mal camino”. Mikel Santiago. Ediciones B. 2015. 432 páginas.
        
Mikel Santiago (Portugalete, 1975) obtuvo un considerable éxito con su anterior novela “La última noche en Tremore Beach” (Ediciones B, 2014), una adictiva intriga psicológica que transcurre en Irlanda y cuyo protagonista es un músico recién divorciado que compone bandas sonoras para películas. El libro ha sido traducido a numerosos idiomas y sus derechos han sido adquiridos por la productora de Alejandro Amenábar para ser adaptado al cine próximamente.  Un año después, y en la misma editorial, el escritor vizcaíno repite esquema y género narrativos con su nueva novela “El mal camino”, otro emocionante thriller que logra enganchar al lector desde sus primeras páginas.

“El mal camino” transcurre en las idílicas tierras de la Provenza francesa, donde millonarios y artistas buscan un tranquilo y agradable refugio lejos del estrés y el bullicio. Allí se ha instalado, con su mujer y su hija adolescente, el exitoso escritor de novelas de acción Bert Amandle, narrador del relato en primera persona. La historia comienza cuando, también procedente de Londres, llega al lugar Chucks Basil, un músico de rock que busca recuperar la creatividad y el éxito tras una etapa emocionalmente inestable por sus problemas con el alcohol y las drogas. Chucks, que es amigo de Bert desde sus tiempos más jóvenes, confiesa a este que atropelló a una persona en una carretera local con su potente Rover. Tras su huida inicial, el sentimiento de culpa le hizo volver al lugar de los hechos y confesar el atropello a la policía. Sin embargo, no parece haber quedado rastro del suceso y todos creen, por sus antecedentes, que todo es producto de la imaginación y los desequilibrios psicológicos del músico. Sólo Bert lo cree en parte y, al iniciar su propia investigación, se va a encontrar con la existencia de una extraña clínica de desintoxicación de adicciones en las proximidades del lugar del supuesto accidente. Enseguida empiezan a suceder algunos acontecimientos misteriosos e inquietantes cuyas causas el escritor va a intentar desentrañar en solitario y contra todos.

Esta segunda novela parece confirmar la habilidad de Mikel Santiago, cuyos referentes literarios son sobre todo Patricia Highsmith y Stephen King, para lo que él llama el thriller de guante blanco, que en su caso transcurre en pequeñas y tranquilas comunidades idílicas y en ambientes de personas económicamente acomodadas. “El mal camino” mezcla con soltura, ritmo trepidante y buena administración, el misterio, el terror y la intriga psicológica. A ello se añade una adecuada ambientación geográfica y social, unos personajes principales oscuros y atormentados y una pequeña pero eficaz dosis de los problemas que el narrador protagonista del relato tiene con su pareja y con su rebelde hija adolescente y rockera.

Un aspecto muy bien tratado en el libro es el de la incertidumbre y la duda, y cómo puede destruirse por completo la credibilidad de un individuo y hacerlo pasar, falsa y premeditadamente, por loco y desequilibrado. Más aún  si ha tenido algún comportamiento anterior que permite a sus detractores utilizarlo como argumento con la garantía de ser creídos por casi todos. Y la impotencia del acusado para luchar contra esas falsas acusaciones y conseguir que alguien pueda creer su versión.

“El mal camino” es un libro efectista y entretenido, aunque, y pese a su creciente intriga, vaya de más a menos desde su atrayente primera parte hasta su desenlace. Como él mismo ha confesado en alguna entrevista, a Mikel Santiago le interesa sobre todo llegar a muchos lectores, sin pretender otra cosa que hacerles pasar un buen rato con sus historias. Sin duda logra sus objetivos, aunque para ello tenga que hacer algunas importantes concesiones literarias en sus novelas.


Carlos Bravo Suárez