domingo, 31 de mayo de 2015

RELATOS DE LO COTIDIANO



“El jardín”. Ismael Grasa. Xordica Editorial. 2014. 150 páginas.

Oscense afincado en Zaragoza, donde trabaja como profesor de Filosofía, Ismael Grasa (Huesca, 1968) ha publicado cuatro novelas, un libro de viajes, un ensayo, varios libros de relatos y algunos poemas. Su última obra, publicada el pasado año por la zaragozana Xordica Editorial, es “El jardín”, un libro que contiene cinco relatos que, según ha contado el autor en alguna entrevista reciente, fueron escritos inmediatamente después de terminar “Trescientos días de sol”, su anterior y magnífico libro de cuentos también publicado por Xordica en 2007.

Los cinco relatos que componen “El jardín” son más largos y complejos que los que integraban “Trescientos días de sol”. Son cuentos que pretenden retratar una realidad cotidiana que puede resultar insulsa y poco atractiva a los lectores acostumbrados a otro tipo de literatura. No hay en estas narraciones ningún tipo de trama ni episodios con cambios de ritmo o abundancia de acción, tampoco finales que las cierren de manera más o menos concluyente y definitiva. Existen situaciones y acciones cotidianas -como los trabajos en una granja de cerdos, la matacía de este mismo animal, la carga y descarga de camiones con objetos viejos o el cuidado de una piscina y un jardín-, realizadas por personajes carentes de otro heroísmo que no sea el de sobrevivir en la aburrida y cotidiana rutina, con proyectos futuros que casi siempre van a quedar aplazados y sin realizar. Como se aplaza también la conclusión de las relaciones sentimentales entre los personajes. Así ocurre en el extraño noviazgo entre Víctor y Gladis del relato “Huellas de jabalí”, o en la relación entre Nora y el narrador en “Reflejo nocturno”. Unos personajes aparentemente fríos e indecisos, aunque el propio Grasa haya dicho en algún lugar que esa manera de actuar pueda ser una cierta forma de romanticismo.

También extraño es el principal personaje de “El vigilante”. Un hombre algo atormentado por tener que hacer el trabajo de mantener el orden en contra de sus principios morales y formas de vida anteriores. Celoso cumplidor de su trabajo, es además amante de la Lógica y amigo de un profesor de matemáticas que lo ha aficionado a la materia. Sin embargo, nadie valora su disposición y sus aficiones intelectuales y es visto por los demás como un tonto del que todos parecen reírse.

En el primero y en el último de los relatos aparece el tema del proselitismo religioso y de la dicotomía entre el bien y el mal a la se intenta someter a los dos jóvenes protagonistas de ambos cuentos. En “Instrucciones de verano”, un adolescente, disciplinado y buen estudiante, es prácticamente acosado por unos empleados de un almacén donde se compran objetos viejos que le insisten en hablarle de Dios y en que debe obrar el bien y figurar entre los buenos. En “El jardín” –cuento que cierra el libro y le da título–, es el joven narrador del relato, al que han contratado para que cuide el jardín de una casa en Garrapinillos, quien recibe continuas observaciones religiosas por parte del propietario, que cree en la existencia del demonio y teme su cercana presencia.

Relatos extraños y diferentes, nada convencionales, los que componen este libro de Ismael Grasa. Historias magníficamente escritas que presentan personajes minúsculos, aparentemente nada literarios, que viven una cotidianidad rutinaria y aburrida. Fragmentos o secuencias de vidas grises convertidas en una literatura excepcional y diferente.

Carlos Bravo Suárez
     

viernes, 29 de mayo de 2015

DE FONCHANINA A ANETO POR EL GR-18







                         














Dentro del programa de la FAM “Aragón a pie por GR”, el Centro Excursionista de la Ribagorza ha incluido en su calendario la etapa más septentrional del GR-18, la que une las localidades de Fonchanina y Aneto, ambas pertenecientes al municipio de Montanuy. Un itinerario de 19,7 Km que se recorren en unas 7 horas sin contar las paradas.

Describimos aquí brevemente este recorrido que lleva del valle de Castanesa, formado por el río Baliera, al de Barrabés, en el curso alto del Noguera Ribagorzana. El paso de uno a otro se realiza por el Coll de Salinas (2.177 m.). Todo el camino transcurre por espacios abiertos, con una sucesión de pequeños barrancos y verdes prados, muy floridos en primavera. Son 10,5 km de subida, en los que se invierten casi 4 horas; y 9,2 km de bajada, que se recorren en poco más de 3 horas.

Desde el pequeño pueblo de Fonchanina (1.495 m.), situado a dos Km de Castanesa por carretera, tomamos una pista hacia el Norte que, siempre con el Baliera a nuestra izquierda, seguimos durante una hora. La abandonaremos cuando veamos a nuestra izquierda un poste con una indicación medio caída del PR-HU100 que lleva a Denuy y otro a la derecha cuyo indicador ha desaparecido. Seguimos por este último, a la derecha de la pista, ascendiendo hacia el barranco de Picalbo. Tras cruzarlo, pasamos junto a unas bordas entre abundante vegetación. Llegamos al barraco Chinestuso y, con algunas dificultades para encontrar las marcas, lo remontaremos hasta su cabecera, Desde esta, y siguiendo las estacas rojiblancas, llegaremos al coll de Salinas. Disfrutaremos de sus preciosas vistas: al oeste, el valle de Castanesa, los picos Basibé y Castanesa y la Sierra Negra; al este, y como telón de fondo ya en el Pirineo catalán, los Besiberri.

Iniciamos el descenso siguiendo el barranco de la Font del Bisbe hasta un refugio de pastores del mismo nombre, un edificio solitario cuyo tejado rojo sirve de referencia desde el inicio de la bajada. Allí tomaremos una pista a la izquierda que desciende trazando fuertes lazadas, que en parte podemos atajar campo a través. Cruzamos el barranco (o riu) de Llauset, que viene desde el embalse homónimo, y llegamos al pinar de Els Pasos. Salimos a la carretera que va de Llauset a Aneto y la seguimos hasta el barranco del Cllot o de Farreres, donde el GR-18 se une al GR-11, con el que ya comparte recorrido hasta Aneto.

Seguimos un km más de carretera y, dejando a la derecha las bordas de Nestuy, tomamos un sendero a la izquierda que sube al Serrat de la Creu, desde donde ya divisamos el Noguera Ribagorzana. Al final de este sendero, descendemos a la carretera y entramos en Aneto (1.345 m.). Su caserío se agrupa en torno a su iglesia parroquial, de construcción moderna. Más interesante es la ermita de San Clemente, situada junto al cementerio a la entrada del pueblo y de claros orígenes románicos.

Fue esta población la que dio su nombre al pico más alto de los Pirineos. Sucedió en 1817 cuando el geógrafo francés Henry Reboul, consultando los mapas españoles, vio que, en línea recta, el pueblo más próximo a esa montaña era la pequeña localidad de Aneto, en el valle del río Noguera Ribagorzana, ya casi en la frontera con Cataluña pero todavía aragonesa. Por este motivo llamó pico de Aneto a la cima de los Pirineos.

Es este un itinerario poco conocido, que permite disfrutar de bellos y solitarios parajes montañosos.

 Carlos Bravo Suárez

Centro Excursionista de la Ribagorza

Artículo publicado en el suplemento "Aragón, un país de montañas", de Heraldo de Aragón, ayer jueves, 28 de mayo de 2015

Las fotos del recorrido tienen dos procedencias: unas las hice yo el pasado 16 de mayo y otras son de mi amigo Navidad Peguera que tuvo la cortesía de enviármelas. 





jueves, 28 de mayo de 2015

TERCER ENCUENTRO DE CLUBES DE MONTAÑA DE LA PROVINCIA DE HUESCA



El sábado 6 de junio se celebrará en Graus el III Encuentro de Clubes de Montaña de la provincia de Huesca. Después de las dos ediciones anteriores que tuvieron como magníficos anfitriones a Montañeros de Aragón de Barbastro y al Club Mayencos de Jaca, el Centro Excursionista de la Ribagorza de Graus toma modestamente el relevo en la organización de esta jornada que sirve para estrechar lazos de amistad y convivencia entre representantes de las diversas entidades montañeras altoaragonesas.

Para ello hemos preparado un programa que pretende conjugar excursionismo, cultura y algo de gastronomía, y que esperamos sea del agrado de todos los asistentes. La jornada se iniciará a las 9.15 horas con la recepción a los participantes en el aparcamiento situado junto al, aunque de construcción más tardía, conocido como puente medieval de Graus, también denominado puente de Abajo, en la entrada a la villa por la carretera procedente de Barbastro. Desde allí comenzaremos una excursión matinal de unas tres horas de duración por una parte del nuevo itinerario de los Miradores de Graus. Se trata de un largo recorrido señalizado como PR que rodea a modo de anillo a la localidad grausina. Nosotros recorreremos solamente un tramo del mismo que discurre en su mayor parte por las márgenes izquierda de los ríos Ésera e Isábena, que juntan sus aguas casi en el punto de inicio de nuestra excursión. Cruzaremos primero el Ésera por el recientemente reformado puente de arriba junto a la Glorieta Joaquín Costa y luego el Isábena por una pequeña pasarela también de reciente instalación. Caminaremos por la sombría orilla izquierda del Isábena en sentido contrario al curso de sus aguas y cerca del despoblado Portaspana –quizás alguna vez puerta de España– giraremos para retornar a Graus, pasando por los restos románicos de la ermita de San Bartolomé y por el mirador de las Forcas, para cerrar el círculo y la excursión en el puente medieval o de Abajo del que habíamos partido.

Antes de comer disfrutaremos de una visita guiada a la magnífica Plaza Mayor de Graus, con sus destacadas casas de Bardaxí, Heredia y el Barón. Iremos luego al Espacio Pirineos, ubicado en la que fue iglesia del antiguo colegio jesuita de Graus, donde sufrió castigo el gran escritor Baltasar Gracián. Allí veremos un interesante audiovisual y visitaremos este centro que pretende enseñar la riqueza y diversidad botánica, faunística, lingüística e histórica de nuestros queridos Pirineos.

A comer nos iremos a Capella, población situada a cinco kilómetros de Graus, donde nuestros amigos de la Peña La Meliguera nos prepararán una suculenta comida campestre de la que disfrutaremos en el merendero de la localidad, situado a orillas del río Isábena, junto al magnífico puente, este sí medieval, el más monumental y grande de los puentes románicos de la RibagorzA.

Si nos quedan ganas y hay propuestas para ello, tal vez pueda añadirse al programa alguna charla o ponencia de tema montañero.
            
Programa:

09:15  Recibimiento y encuentro de los participantes junto al Puente Medieval o de Abajo. En la entrada a Graus por la carretera de Barbastro. Aparcamiento a la izquierda de la carretera.
09:30 - 12:30  Excursión andando por la nueva ruta de los Miradores de Graus.
12:30     Visita guiada a la Plaza Mayor de Graus.
13:00 - 14:00  Visita al Espacio Pirineos.
14:30  Comida campestre en el merendero de Capella, junto al puente medieval de la localidad. Importe: 8 € por persona. En caso de lluvia o mal tiempo, la comida se celebraría en el local social de Capella.


El programa queda abierto a la incorporación de alguna otra actividad de tarde.

Carlos Bravo Suárez

Centro Excursionista de la Ribagorza

Artículo publicado hoy en el suplemento "Aragón, un país de montañas", de Heraldo de Aragón

Fotos: Graus desde el Mirador de las Forcas y pasarela sobre el río Isábena.

domingo, 24 de mayo de 2015

VOLVER A CANFRANC

                                                             

“Volver a Canfranc”. Rosario Raro. Editorial Planeta. 2015. 512 páginas.
            
La antigua Estación Internacional de Canfranc en el Pirineo aragonés es un edificio que impresiona a todo el que lo visita. Fue inaugurada en 1928 por el rey Alfonso XIII y, a partir de 1970, su conexión ferroviaria con Francia quedó definitivamente suspendida, iniciándose así un prolongado periodo de decadencia. Desde entonces, el magnífico edificio ha languidecido a la espera de tiempos mejores que le devuelvan, si no todo, al menos una parte de su antiguo esplendor. Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis controlaron la parte francesa de la estación, que fue escenario de un importante trasiego de wolframio y otros minerales que procedentes de la península ibérica servían de suministro a la industria de guerra alemana. Como compensación, los nazis enviaban desde Suiza cargamentos de oro al régimen franquista. Gracias a los magníficos libros y artículos del periodista Ramón J. Campo, conocíamos muchos detalles de la historia de Canfranc durante aquellos años en que se dirimía a cara o cruz el futuro del continente europeo. Ahora, la escritora valenciana Rosario Raro (Segorbe, 1971) ha novelado otro episodio tal vez menos conocido de ese rincón pirenaico: la evasión de cientos de judíos para los que la estación de Canfranc fue la primera puerta hacia la libertad en su huida del terror nazi.
            
“Volver a Canfranc” transcurre durante buena parte de los años 1943 y 1944 y narra la epopeya de un pequeño grupo de personas que, con gran valentía y riesgo de sus propias vidas, contribuyeron a la salvación de numerosos judíos a quienes ayudaban a pasar a España camino de Lisboa, dejando así atrás el infierno en que Europa se había convertido para ellos. Forman parte de una de las llamadas redes de evasión que actuaban en la frontera franco-española. Dos miembros de esta red son los principales protagonistas de la novela: Jana Belerma, camarera de Hotel Internacional de Canfranc, y Laurent Juste, jefe de la aduana francesa de la estación. Otros tres miembros de la red tienen un papel más secundario en la novela. A ellos hay que añadir un personaje enigmático y extraño que responde al nombre de Esteve Durandarte y es considerado por todos como un bandolero y contrabandista que se esconde en las montañas pirenaicas. La presencia de los alemanes es una amenaza constante para las actividades humanitarias del grupo, sobre todo la del siniestro y cruel mayor Gröber, encargado de la vigilancia nazi de la estación. También cruel y peligroso, pero mucho más grotesco y ridículo, es el gobernador civil de Huesca Gervasio Casanarbone, casado con la guapa doña Mimín.
            
Rosario Raro combina realidad y ficción en esta entretenida y por muchos momentos amena novela. Laurent Juste está directamente inspirado en Albert Le Lay, jefe de estación de Canfranc durante la II Guerra Mundial y miembro activo de la resistencia contra los nazis. Un personaje real que fue condecorado por De Gaulle al final de la contienda y que incluso renunció a ser ministro del gobierno de Francia.
            
Tal como se cuenta en el libro, también fue real el paso por la estación pirenaica de personajes famosos como Marx Ernst, Alma Mahler, Josephine Baker, Marc Chagall o Heinrich Mann, hermano mayor del escritor Thomas Mann. Además de la impresionante estación ferroviaria, otro lugar en que transcurre parte del relato es la fonda La Serena, que se corresponde con la existente Fonda Marraco y que viene a hacer en la narración un papel similar, salvando distancias y geografía, al del “Rick's Café” en la película “Casablanca”.
            
Lo dicho, una novela entretenida y amena, con historia, suspense y algunos momentos románticos. Y que, además, está ambientada en uno de los lugares más impresionantes y atractivos de la geografía altoaragonesa.

Carlos Bravo Suárez        

martes, 19 de mayo de 2015

ADIÓS A B. B. KING

                                                            

Adiós a B. B. King, una de las grandes leyendas del blues. Tuve la suerte de verlo alguna vez en directo, extrayendo hermosos lamentos sonoros a su querida "Lucille" y exhibiendo simpatía al final del show mientras repartía púas entre el público. Siempre inmenso B. B. King, rebosando buen humor y humanidad, haciendo largas giras por todo el mundo hasta hace muy poco. Ha muerto a los 89 años, tras una larga vida dedicada a la música. Hizo el blues más popular y conocido, y colaboró con todo tipo de músicos, en infinidad de discos y festivales. Un músico enorme, inolvidable.

Carta publicada hoy en el diario El País.

domingo, 17 de mayo de 2015

UN WESTERN SICILIANO



         “La banda de los Sacco” Andrea Camilleri. Destino. 2015. 192 páginas.

            Andrea Camilleri (Porto Empedocle, Sicilia, 1925) es desde hace años el principal referente de la novela negra italiana. Gracias al comisario Montalbano, su famoso personaje protagonista de una larga serie de más de veinte novelas, el escritor siciliano afincado en Roma se ha convertido en uno de los autores más conocidos del género policiaco en todo el mundo. Prolífico en su escritura, Camilleri publica con frecuencia otras novelas que no protagonizan Montalbano y sus habituales colaboradores. La última ha sido “La banda de Sacco”, una crónica novelada basada en hechos reales y también ambientada en su Sicilia natal.

“La banda de Sacco” transcurre en los años veinte del pasado siglo en Raffadali, en la provincia siciliana de Agrigento. La familia Sacco es laboriosa y emprendedora, honesta y seria, cumplidora y tradicionalmente de ideas socialistas. A finales del siglo XIX, Luigi Sacco trabaja como jornalero y gracias a su habilidad injertando árboles consigue reunir algunos ahorros que le permiten adquirir una pequeña parcela de tierra. Se casa con la chica a la que ama y tiene cinco hijos. Dos de ellos emigran a Estados Unidos desde donde mandan dinero a casa. Los que se quedan en la isla progresan trabajando y montan una empresa de autobuses que sustituye a las viejas diligencias tiradas por caballos. Todo va bien hasta que, como no podía ser de otra manera en Sicilia, aparece la Mafia para reclamar su parte. “Raffadali está completamente dominado por la mafia que ha sustituido en todo y por todo al Estado ausente”, y nadie se atreve a enfrentarse a ella. Los Sacco van a hacerlo y eso les va a costar caro.

Tras los dos primeros magníficos capítulos del libro, en los que se describe el ascenso social y económico de la familia Sacco y el dominio y los métodos de la mafia en la región, se inicia una serie desenfrenada de enfrentamientos a tiros, asesinatos, venganzas, denuncias, acusaciones falsas, juicios y condenas. En las refriegas intervienen la familia Sacco, obligada a situarse al margen de la ley, los mafiosos, los carabineros, los fascistas que han ascendido al poder en Roma y muchos paisanos obligados a tomar partido en la pelea. Por su abundante acción y desarrollo, “La banda de los Sacco” nos recuerda, como el propio Camilleri reconoce, a los westerns y las novelas del Oeste con las que algunos estamos tan familiarizados desde nuestra infancia. Sólo que aquí no hay cow-boys, ovejeros, indios o federales y los hechos no ocurren en Nevada u Oregón sino en la isla de Sicilia.

En su parte final, el autor añade unas consideraciones sobre los capítulos del libro, con algunas observaciones sobre determinados aspectos de cada uno de ellos. Sabiéndolo de antemano, tal vez resulte más provechoso al lector leer la correspondiente consideración al terminar la lectura de cada uno de los capítulos de la novela.

El propio Camilleri nos cuenta en una nota añadida que “esta historia, absolutamente auténtica, he podido escribirla sólo porque Giovanni Sacco, uno de los seis hijos de Girolamo, me ha invitado a contar las vicisitudes de su familia y me ha proporcionado documentos oficiales, escritos familiares y también las actas del proceso. He intentado contar, a través de este western de la Cosa Nostra, para usar un título de Sciascia, cómo la mafia no sólo mata, sino que, allí donde el Estado está ausente, también condiciona y trastorna irreparablemente la vida de las personas”. Tal vez Andrea Camilleri podría haber dado algo más de vuelo literario a esta crónica novelada que pierde un poco de fuelle tras su espléndido y prometedor arranque.

Carlos Bravo Suárez

domingo, 10 de mayo de 2015

AMOR, PEDAGOGÍA Y ESTALINISMO

                                         

“La quinta esquina”. Izraíl Métter. Libros del Asteroide. 2014. 208 páginas.

Izraíl Métter (Járkov, Ucrania, 1909 – San Petersburgo, 1996) es un escritor ucraniano de origen judío bastante desconocido en nuestro país. La editorial Lumen publicó en 2001 su libro de relatos “Genealogías” y, hace ya  veinte años, en 1995, había editado “La quinta esquina”, considerada por todos como su obra cumbre. Ahora, Libros del Asteroide, con traducción de Selma Ancira y posfacio de Mercedes Monmany, recupera esta excepcional novela en buena medida autobiográfica que constituye, además, una desgarradora y directa denuncia de la barbarie estalinista.

“La quinta esquina” es un libro que tuvo un complicado y difícil proceso de gestación y posterior edición. Métter lo terminó de escribir en 1967 y, aunque circuló una edición abreviada expurgada de crítica política, el texto íntegro se mantuvo oculto y celosamente guardado por miedo a las terribles represalias que seguro hubiera ocasionado. Fue en 1989, tras la perestroika, la glásnost, y la caída del muro de Berlín y de la URSS, cuando el libro pudo ser finalmente publicado.

“La quinta esquina” está contada en primera persona por un personaje llamado Boria, claro alter ego del propio autor. De manera cronológicamente desordenada y con un estilo elíptico, conciso y seco, pero enormemente poético, el narrador recuerda desde la vejez distintos episodios y momentos de su vida pasada. En una sociedad que clasificaba a los individuos por su origen social, Boria, como hijo de un comerciante judío, es excluido del acceso a los estudios universitarios. A pesar de ello, y sin la titulación necesaria, se las ingenia para dar clases en diferentes lugares y a diversos colectivos de la sociedad soviética. Como profesor particular conoce a la joven Katia, que será ya para siempre el gran amor de su vida. Un amor trágico y desasosegante, pues aunque nunca se casaron y cada uno lo hizo por separado con otra pareja, mantuvieron siempre una apasionada relación salpicada de continuos encuentros y desencuentros. La pasión amorosa casi wertheriana hacia Katia marca uno de los ejes en que se apoya la narración. El otro es la crítica al estalinismo.

El culto a Stalin está visto desde un prisma casi religioso: “Y, de repente, Dios se encontró junto a nosotros. Apareció en un país que se había vuelto casi completamente antirreligioso. Ese dios era concreto. Llevaba unas botas altas relucientes de puro limpias, una guerrera y una gorra con aspecto semimilitar. Los iconos de su imagen se editaban en tirajes de millones de ejemplares. Y, casi sin darse cuenta, fue surgiendo un régimen cruel y totalitario, donde todos eran sospechosos de heterodoxia y donde la delación se convirtió en un arte y en el pan nuestro de cada día. De ser una ocupación secreta y vergonzosa, la delación pasó a convertirse en un honorable deber cívico”. Después de unas páginas magníficas de denuncia del totalitarismo estalinista y del culto a la personalidad endiosada del líder, el narrador concluye: “Yo fue testigo de eso. Y no puedo entenderlo”.

Resuenan en “La quinta esquina” ecos de los mejores narradores rusos, pero Izraíl Métter tiene una voz personal y única que convierte este libro en una verdadera obra maestra de la literatura del siglo XX. Métter logró sobrevivir al terror estalinista y nos dejó esta imperecedera novela de denuncia de la monstruosidad totalitaria en que se convirtió el sueño de aquellos jóvenes que, como él, querían lo mejor en los años veinte y fueron diezmados, torturados y segados en las décadas siguientes. Algunos como Isaac Babel o Vsévolod Meyerhold, citados en el libro, fueron sacrificados en esa orgía de terror en que Stalin convirtió la revolución soviética. Pero “La quinta esquina” es mucho más que una obra de denuncia; es una gran novela sobre el amor, la soledad o los recuerdos que en aluvión incontrolable se derrumban amontonados al final de un largo y tortuoso camino. 

Carlos Bravo Suárez

domingo, 3 de mayo de 2015

EL MISTERIO DE LA MUERTE

                    
  
        “Los amigos”. Kazumi Yumoto. Nocturna Ediciones. 2015. 210 páginas.

“Los amigos” fue publicada en Japón en el año 1992. Era la primera novela de la escritora Kazumi Yumoto (Tokio, 1959) y obtuvo enseguida un gran éxito en el país nipón, donde en 1994 fue llevada al cine por el director Shinji Somai. El libro fue también muy bien acogido en numerosos países, sobre todo en Estados Unidos, donde recibió importantes galardones literarios como el Boston Globe-Horn Book. Con bastante retraso, Nocturna Ediciones acaba de editar esta novela de referencia en nuestro país, con traducción  directamente del japonés de José Pazó Espinosa.

“Los amigos” es una novela sencilla, cálida y entrañable, protagonizada principalmente por tres muchachos de doce años. Después de que uno de ellos cuente a los demás su asistencia al funeral de su abuela, los tres experimentan un repentino interés por desentrañar el misterio de la muerte, que acaba de aparecer por vez primera de una manera cercana en sus vidas. Cuando oyen decir que un viejo huidizo y solitario que vive en su barrio rodeado de basura y suciedad va a morir pronto, deciden espiarlo para contemplar de cerca el momento preciso de su fallecimiento. Sin embargo, el viejo los descubre y cambia de actitud al sentirse espiado por los jóvenes, quienes a su vez verán modificadas sus vidas por la influencia que sobre ellos va a ejercer el extraño y esquivo anciano.

“Los amigos”, narrada en primera persona por uno de los tres jóvenes protagonistas, es una novela en la que no pasan demasiadas cosas, pero que de una manera simple y directa, con muchos diálogos y una buena carga de lirismo y poesía, muestra el cambio que para las vidas de tres niños supone la repentina irrupción de la muerte. Su súbita presencia desencadena la reflexión y las preguntas sobre su verdadera naturaleza, y la necesidad entre inquietante y curiosa de ver de cerca sus efectos inmediatos. La sencillez y al mismo tiempo la necesidad de trascendencia son patentes en esta reflexión de uno de los personajes del libro:

“Un tío mío me dijo hace mucho tiempo que morirse es dejar de respirar. En aquel entonces, lo creí. Pero ahora sé que no es verdad. Vivir es algo más que respirar. Y morir tiene que ser algo más que dejar de respirar, supongo”.

“Los amigos” es, por la edad de sus protagonistas, lo que se ha venido en llamar una novela de iniciación. La presencia de la muerte desencadena en los tres jóvenes las preguntas y las dudas que aceleran su camino hacia la madurez. Un camino que también observamos en su relación con los estudios, en los problemas familiares que les toca vivir, en el miedo a la oscuridad de la noche durante unos campamentos de verano, en el incipiente despertar de su atracción por las niñas, en sus juegos y deportes masculinos y en sus primeras peleas físicas a puñetazos. El relato muestra además, de manera original y sin caer en sentimentalismos cursis, el poder de la amistad y las enseñanzas extraíbles de las relaciones entre los jóvenes y los mayores, algo que en las sociedades modernas occidentales, donde se suele rechazar a los viejos por inútiles e improductivos, parece haberse perdido irremediablemente.

En sus páginas finales, Kazumi Yumoto explica brevemente la génesis de la novela y cómo se inspiró para escribirla en la figura de uno de sus abuelos, al recordar veinte años después de su muerte algunos episodios de su vida. Y a partir de ese abuelo calvo, bromista y bebedor, por los misterios y caprichos de la creación y la memoria, la escritora japonesa redactó este libro entrañable, conmovedor y divertido, en el que la inminencia de la muerte es anunciada con una batería de fuegos artificiales que llenan el cielo de un sonoro estallido de colores.

Carlos Bravo Suárez