domingo, 31 de enero de 2016

EL BAR DE LAS GRANDES ESPERANZAS


“El bar de las grandes esperanzas”. J. R. Moehringer. Duomo ediciones. Traducción de Juanjo Estrella. 2015. 460 páginas.
            
J. R. Moehringer (Nueva York, 1964) es un prestigioso periodista estadounidense cuyos trabajos como reportero han recibido diversos premios,  entre los que destaca el importante Premio Pulitzer de Periodismo que se le concedió en el año 2000. En 2005 publicó en Estados Unidos la novela “The Tender Bar”, que ha obtenido un gran éxito en todo el mundo y que en España fue publicada el año pasado por Duomo Editores con el título de “El bar de las grandes esperanzas” y magnífica traducción de Juanjo Estrella. En 2007 se estrenó la película “Resurrecting the Champ”, traducida al español como “El último asalto”, basada en un artículo periodístico sobre el exboxeador Bob Satterfield publicado por Moehringer en Los Angeles Times Magazine. En 2008, el tenista Andrea Agassi le encargó la redacción de su autobiografía, que se publicó con el título de “Open” y que en 2014 fue editada en España por Duomo y también traducida por Juanjo Estrella.
           
“El bar de las grandes esperanzas” es en buena medida una novela autobiográfica que, aunque dé un salto en el tiempo en sus últimas páginas, abarca fundamentalmente los primeros veinte años de la vida del autor. La historia transcurre en su mayor parte en Manhasset, una pequeña ciudad próxima a Nueva York, y el centro neurálgico en torno al que gira toda la novela es el bar Dickens, posteriormente rebautizado como Publicans. Desde muy pequeño, J.R. siente devoción por ese bar cercano a su casa donde trabaja un tío suyo y al que van sobre todo los hombres de su barrio y su ciudad. J.R. vive en la maltrecha casa de sus abuelos, con estos, sus primos y su madre. Su padre los abandonó hace unos años y apenas va a verlo, aunque el pequeño J.R. escucha a veces su voz a través de un programa radiofónico. A través del tío Charlie y sus amigos, el joven descubre la inicialmente atractiva carga de la masculinidad y el alcohol que envuelve a los clientes del Dickens. J.R. pasa alguna temporada en Arizona con su madre, consigue entrar en la importante universidad de Yale, empieza a trabajar como chico de las fotocopias en The New York Times y se enamora perdidamente de la atractiva Sidney, que solo le corresponde a ratos y nunca del todo ni en exclusiva. Tras sus fracasos y tropiezos, el joven siempre vuelve al Publicans, al calor de la camaradería masculina y al consumo cada vez más adictivo del alcohol. Al final, deberá alejarse de ese refugio que, a la vez que lo cobija y se convierte en el sustitutivo de su hogar y su familia, comienza a amenazar con destruirlo y convertirlo en un alcohólico. Porque, además, a la postre, descubre que “todas las virtudes que yo asociaba a la masculinidad –dureza, persistencia, determinación, fiabilidad, honestidad, integridad, agallas– las ejemplificaba mi madre” y que “beber es la única cosa que no se mejora con la práctica”. La conclusión es un retruécano: “Pensé que nosotros, antes, perseguíamos el Publicans, y que ahora el Publicans siempre nos perseguirá a nosotros”.
           
“El bar de las grandes esperanzas” es una gran novela, de las mejores que he leído últimamente. Por sus páginas, como por la infancia y juventud de su protagonista, desfilan multitud de personajes y se suceden las situaciones de iniciación y aprendizaje que van forjando la personalidad de J.R. Parece claro que el autor ha mezclado autobiografía y ficción para lograr una narración de enorme fuerza y solidez, en la que encontramos humor, intensidad,  sentimientos, emoción y pura vida a borbotones.

Carlos Bravo Suárez       


domingo, 24 de enero de 2016

SIETE CASAS VACÍAS

                                        
“Siete casas vacías”. Samanta Schweblin. Páginas de Espuma. 2015. 128 páginas.        
            
Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978) ha estudiado cine, se formó como escritora en diferentes talleres literarios bonaerenses y vive hoy transitoriamente en Berlín, como antes lo hizo, siempre con becas de residencias de escritura, en México, Italia o China. Con sus dos libros de cuentos, “El núcleo del disturbio” y “Pájaros en la boca”, y la novela “Distancia de rescate”, había recibido varios premios literarios que la destacaban como una de las principales promesas de la literatura actual en lengua española. “Siete casas vacías”, su último libro de cuentos, ganó el IV Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero y parece confirmar las expectativas existentes sobre la escritora argentina. El libro ha sido recientemente editado en España por la magnífica editorial Páginas de espuma.
            
“Siete casas vacías” contiene siete cuentos breves. Uno de ellos, “Un hombre sin suerte”, ya publicado anteriormente, no figuraba entre los que ganaron el premio Ribera del Duero y sustituye a otro que no era tan del gusto de la autora. El jurado –del que formaron parte los escritores Pilar Adón, Jon Bilbao, Guadalupe Nettel, Andrés Neuman y Rodrigo Fresán como presidente–, valoró en “Siete casas vacías” “la precisión de su estilo, la indagación en la rareza y el perverso costumbrismo que habita sus envolventes y deslumbrantes relatos”. Según Rodrigo Fresán, “la narradora es una científica cuerda contemplando locos, o gente que está pensando seriamente en volverse loca.” Aunque independientes entre sí, podría decirse que hay algunos elementos comunes a todos o casi todos estos cuentos. Por un lado, serían las casas, la presencia de espacios cerrados y bien delimitados de los que los personajes pueden buscar por momentos salir o escapar aunque no siempre consigan hacerlo. Por otro, la presencia de unos personajes extraños, solitarios, víctimas de traumas o pérdidas irreparables, de miedos inconfesables, que transitan entre los bordes exteriores de la normalidad en clara dirección a la locura, con extrañas manías y comportamientos extravagantes, que conviven con otros personajes o con fantasmas del pasado que condicionan y desvirtúan su propio presente.
           
“Nada de todo eso” es el relato que abre el libro y posiblemente el mejor de todos ellos. Cuenta la historia de una madre que, acompañada de su hija, visita casas residenciales de las que se lleva algún objeto con más valor sentimental que material. En “Mis padres y mis hijos”, el divorciado narrador se avergüenza por una insólita y extraña presencia de sus pares y sus hijos ante la llegada a la casa de su exmujer y su nuevo marido. En “Para siempre en casa”, encontramos a un hombre, perturbado por el pasado, que tira continuamente la ropa de su hijo a la casa de sus vecinos. “La respiración cavernaria”, cuya protagonista es una mujer enferma y obsesionada, es el más largo y claustrofóbico de los relatos, tanto que lo reiterado de la situación vivida puede llegar a cansar en algún momento al lector. “Cuarenta centímetros cuadrados” incide en un comportamiento similar en la situación vivida ahora por la nuera y antes por la suegra, con la casa común como eje del relato. “Un hombre sin suerte” se aparta un poco de la temática general y nos presenta a dos hermanas que rivalizan por llamar la atención de los padres; la presencia de un pederasta, acechando a una de ellas al quedar sola, mantiene la tensión del relato. Cierra el libro “Salir”, otro cuento con la presencia de la casa y la necesidad no consumada de una mujer de escapar de ella y de la asfixiante relación que parece mantener con su marido.
            
Con una prosa afilada y directa, y también con notables influencias de escritores estadounidenses como John Carver y otros, Samanta Schweblin parece llamada a convertirse en un nuevo e importante eslabón de la ya larga y brillante tradición cuentista hispanoamericana.

Carlos Bravo Suárez
                 

domingo, 10 de enero de 2016

LOS DIARIOS DE EMILIO RENZI



“Los diarios de Emilio Renzi”. Ricardio Piglia. Anagrama. 2015. 360 páginas.

Ricardo Piglia (Adrogué, provincia de Buenos Aires, 1941) puede considerarse posiblemente como el más destacado de los escritores argentinos actuales. Autor de cinco novelas (las dos últimas –“Blanco nocturno” y “El viaje de Ida”– han sido reseñadas en esta sección) y numerosos cuentos y ensayos, Piglia ha trabajado como profesor en varias universidades argentinas y estadounidenses y también como crítico literario, editor y guionista de cine y televisión.

Ahora, acaba de publicar la primera parte de sus diarios, que lleva escribiendo desde los 16 años. En ellos vuelve a utilizar el nombre de Emilio Renzi, formado por su segundo nombre y su segundo apellido, y que con mayor o menor protagonismo ha aparecido como alter ego o como personaje en algunas de sus novelas y narraciones. El primer tomo de “Los diarios de Emilio Renzi”, que lleva el subtítulo de “Años de formación”, abarca la década de 1957 a 1967 y ha sido considerado por buena parte de la crítica más exigente como uno de los mejores libros publicados en español en el recién terminado 2015. Para este año 2016 que acaba de comenzar y para el próximo 2017, la editorial Anagrama anuncia la publicación en nuestro país del segundo y el tercer tomo, que completan estos diarios personales y llegan en su recorrido cronológico hasta prácticamente la actualidad.

Hay en estos magníficos cuadernos iniciales, escritos fundamentalmente entre Buenos Aires y La Plata, una diversidad de temas que giran en torno a uno fundamental: la voluntad del autor de ser escritor y su entrega incondicional a la literatura desde su juventud. Ahí están la génesis de sus primeros libros, sus muchas y variadas lecturas (sobre todo de autores argentinos y estadounidenses), sus trabajos como prologuista o en la selección de antologías, o sus ideas esbozadas para futuros cuentos y novelas. Y, además, están sus relaciones humanas más importantes: la estrecha relación con su abuelo, que le paga la carrera a cambio de su ayuda en la ordenación de sus recuerdos personales de la Primera Guerra Mundial en la participó por un motivo que no conocemos hasta el final del libro; su pronta independencia de sus progenitores, enemistado con su padre y distanciado físicamente de su madre; las sucesivas mujeres de las que se enamora y con las que vive; sus numerosas relaciones de amistad sobre todo vinculadas a la literatura, salvo la algo más peligrosa con el simpático ladrón Cacho; su ausencia de domicilio fijo y su precariedad laboral y permanente falta de recursos económicos en estos primeros años de formación y vocación definida. (“¿Hasta cuándo soportaré la incertidumbre de vivir al día?”)

El autor de estos diarios pretende a veces verse como un personaje desde fuera del texto y así Renzi y Piglia se desdoblan en dos voces que dialogan desde la tercera y la primera personas en el papel de narradores (“Me preocupa mi predisposición a hablar de mí como si estuviera escindido y fuera dos personas”). En cuanto al método de escritura de los diarios, así lo explica el propio escritor: “No hay preparación, súbitamente uno se sienta y escribe unas palabras sobre algo que ha sucedido o que recuerda o sobre algo que ha pensado, todo sucede en medio de la vida y de la acción, escribir un diario es establecer una pausa, una temporalidad propia, definida por las anotaciones cronológicas. Escribir al día es el único signo formal que identifica a un diario. Todo lo que se escribe ahí es verdad, es pacto pero, sin embargo, muchas veces uno escribe lo que cree que ha sucedido y la realidad puede desmentirlo”. Hay al final algún sorprendente y largo salto cronológico, pero, como el propio Piglia dice, estos cuadernos son para él como una máquina del tiempo que puede manejar a su antojo.

Y, en esa máquina del tiempo, esperaremos con verdadero deseo el segundo tomo de estos diarios cuya publicación se anuncia para este año que comienza. Según Renzi, “serán los años felices de mi vida, que van de 1968 hasta 1975”. Seguro que con su lectura disfrutaremos tanto como lo hemos hecho recorriendo los años jóvenes y de formación de esta figura descollante de las letras hispanas actuales.

Carlos Bravo Suárez
   

domingo, 3 de enero de 2016

SAPPHIRA Y LA JOVEN ESCLAVA

                            
“Sapphira y la joven esclava”. Willa Cather. Impedimenta. 2014. 272 páginas.
            
No hace mucho reseñé en esta misma sección las novelas “Una dama extraviada” y “Mi Ántonia”, de Willa Cather (Virginia, 1873 – Nueva York, 1947), ambas publicadas por la editorial Alba. La escritora estadounidense, todavía poco conocida en nuestro país, es autora de una docena de novelas, numerosos relatos, algunos poemarios y gran cantidad de críticas, reseñas y artículos periodísticos. Nacida en Virginia, se trasladó muy joven a Nebraska, donde ambienta algunas de sus obras, que recrean de manera bastante realista la vida de los primeros colonos blancos que se instalaron en aquellas tierras vírgenes del oeste americano. Publicada en 1940, “Sapphira y la joven esclava” es la última novela escrita por Willa Cather. Recientemente ha sido editada en España por la espléndida editorial Impedimenta, con una magnífica traducción de Alicia Frieyro.
           
“Sapphira y la joven esclava” transcurre casi en su integridad en Black Creek Valley, Virginia, en 1856. Sapphira Colbert, que abandonó las mejores propiedades de su familia para instalarse en estas menos ricas próximas a la pequeña ciudad de Winchester, es una mujer que, aunque ahora enferma y achacosa, sigue gobernando de manera matriarcal sus posesiones, en las que trabajan algunos esclavos negros. Casada con Henry, el matrimonio no comparte lecho desde hace tiempo y el marido trabaja en un molino de la familia donde suele también dormir y recluirse en la lectura de la Biblia. Para el cuidado de su habitación y de sus cosas, Henry muestra preferencia por la joven y atractiva esclava Nancy. Aunque sin fundamento real, Sapphira siente celos y maquina una sibilina venganza sobre la joven esclava, que será acosada por un sobrino del matrimonio, invitado a pasar unos días en la propiedad. Nancy será ayudada por Rachel, la hija de Henry y Sapphira, quien tras quedar viuda de un congresista volvió de la ciudad para vivir en una casa cercana a la de sus padres, aunque entregada a la austeridad y a la ayuda desinteresada a las gentes más pobres de la región.
            
Es en la última parte de la novela cuando aparece más de lleno el tema de la esclavitud y la división entre favorables y contrarios a su existencia en la sociedad estadounidense, con el encontronazo definitivo entre ambas tendencias durante la guerra civil que asoló el país entre 1861 y 1865. También se muestran las redes de huida de los esclavos negros, en este caso desde Virginia hasta Canadá. En un giro narrativo final, el relato da un salto de veinticinco años y pasa de un narrador omnisciente en tercera persona a otro en primera, que parece ser la propia autora situada en sus años de infancia.
            
Willa Cather tiene una gran habilidad en la creación de los personajes, sobre todo los femeninos, que acostumbran a tener mayor presencia y protagonismo en sus narraciones. En un estilo sobrio y sencillo, suele construir relatos lineales de corte realista con cierta penetración psicológica y uso frecuente de la elipsis, para que el lector rellene con su imaginación los espacios vacíos que van dejando sus historias.
            
Aunque ambientada en gran medida en el siglo XIX, la obra de Willa Cather no sólo no ha envejecido, sino que sigue teniendo una gran vigencia literaria en la actualidad. Así lo demuestra el interés de varias editoriales españolas por publicar en los últimos años sus novelas en nuestro país. Algunos lectores agradecemos su descubrimiento y seguimos explorando el interesante filón que supone la obra literaria de esta magnífica escritora norteamericana.

Carlos Bravo Suárez